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Crítica de crucedecaminos


crucedecaminos
02 June 2018
El recorrido literario de Darío Vilas es cada vez más amplio y demuestra con cada nueva novela que no le tiene miedo a nada y que no es de esos escritores que se encorsetan en el género que le ha dado más éxitos, y lo podría hacer, pero lo que le seguimos desde casi sus inicios, sabemos que es inquieto y que no se conforma con repetir el modelo, que por encima de todo está la historia que quiere contar y eso le lleva ineludiblemente a la forma y si queréis al género.
Sí, ya os dije que no iba a hablar de género en mis reseñas, pero a veces es necesario hacerlo y más si lo ha hecho antes el escritor para centrar el perfume de la novela.

Babujal es el nuevo salto al vacío del autor vigués y digo esto porque los que no lo han leído encontraran una novela que puede llegar a todos los públicos y que puede gustar a un mayor número de lectores, se podría decir que al escribir una novela encuadrada en el realismo costumbrista el abanico de lectores a los que puede llegar el autor es mucho más amplio. Está claro que el publicar con una editorial como Stella maris también ayudará a ello.
Eso no quiere decir que sus anteriores novelas no fueran para un gran público, pero sobre todo las primeras tuvieron un impacto menor del que merecían. Sigo defendiendo que Lantana o El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas son dos novelas irrepetibles sobre todo por la atmósfera que genera Darío mediante su vocabulario.
Y por ello también digo lo del salto al vacío, pues lo que lo han leído todo de él se encontrarán con un nuevo registro y una misión: enamorar de nuevo a los lectores.
Yo, que lo que leído todo de Darío puedo decir que lo ha conseguido. Y diré más. Siempre que llegan sus novelas a casa siento una emoción especial por leerlo y eso me pasa con muy pocas novelas. Algo tendrá el vigués, ¿no?

Pero hablemos un poco más de Babujal.
Y es que en Babujal vuelve a sacar lo mejor de sí y, quizás con un estilo mucho más formal que en sus anteriores publicaciones, consigue mediante la forma, mediante el cómo exponer la trama que la novela se nos enganche a las manos y que queramos seguir leyendo por saber que se esconde tras ella.

Tres momentos temporales, dos pasados y el presente que se va completando a medida que van pasando las otras para poner en el centro de la historia a Ana y mediante ella poder explicar lo que verdaderamente nos quiere explicar el autor: un viaje emocional.

«Así se sentía: como un bocado del caserón quería masticar entre sus paredes».

Un viaje emocional mediante los recuerdos, algunos incompletos, algunos que quisiéramos olvidar, otros que no podemos por más que lo intentamos, que nos acechan, que nos atrapan, en el caso de Ana entre las paredes del viejo caserón, y que la hacen sufrir de nuevo. Será ese el momento de más esplendor de la novela cuando Ana decide afrontar sus recuerdos, cuando decide reconstruirlos y tomar una decisión final.

Pero también hay otros momentos magníficos, sobre todo si habéis pisado las ruinas del pueblo de Belchite población que fue tomada y vuelta a tomar por republicanos y nacionales en múltiples ocasiones durante la Guerra Civil Española.
Darío Vilas inicia una de sus tramas pasadas en la batalla por dicha población y la escenografía está tan bien descrita que a uno le parece volver a estar sobre aquellas ruinas escuchando el sonido lejano de los disparos y las bombas.

«Cuando la tragedia irrumpe, la vida queda en suspenso. Después, un rumor lejano de la recuerda por el resto de tus días».

Otra de las atracciones, si se puede llamar así, es adivinar qué capítulo ha escrito Javier Pellicer, escritor valenciano y amigo del vigués.
Yo no lo he conseguido adivinar. Aposté por tres o cuatro y no fue ninguno. Os animo a fijaros bien ahora qué vais a iniciar la lectura por si sois capaces de conseguirlo y más sabiendo que Darío hará un pequeño concurso con ello.

La novela está llena de lo que llamamos guiños. Yo confieso que tengo muy poca memoria, bueno, diría que tengo una memoria muy selectiva y sobre todo visual y lo digo porque me tropecé con uno de ellos y no supe ver lo que había tras de él.
De los que sí me di cuenta, vamos a llamarle guiño, es el momento del libro en el que el autor crítica las entrevistas periodísticas por teléfono en las que se dice una cosa y se escribe una diferente. Hace poco le hicieron una y se volvió a quejar de ello.
O al inicio de un capítulo que se ponen a hacer pan sabiendo lo bien que le sale a Darío. Pero quizás eso son anécdotas.

¿Y el terror, existe en la novela?
Sí, claro, pero en otra forma y es que Darío Vilas utiliza elementos propios de la fantasía y el terror para mezclarlos de forma magistral con los del realismo haciendo que la historia siempre toque de pies en el suelo.

Pero a todo eso se le debe añadir el título, Babujal, que es el nombre de un demonio del folclore cubano y que supongo que intuiréis que tiene un papel importante en la novela. Con todo esto se podría decir que el terror es más psicológico, aunque el terror también proviene de aquello que Ana va descubriendo de su pasado y el saber como reestructurar su vida después de lo descubierto. Una habitación cerrada desde hace años, una casa silenciosa que nos habla mediante recuerdos, unas cartas...

Y como siempre digo: qué lástima tener que esperar para poder leer la próxima novela de Darío Vilas.
Enlace: http://crucesdecaminos.blogs..
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