¿Dónde está David Melmoth?

La ceguera cotidiana
Lorena Velasco es una reputada chef que trabaja sin descanso para llegar a lo más alto del panorama nacional. Su esfuerzo la ha llevado a Madrid desde Valencia, llevando tras a de sí a su marido David, un escritor de novelas románticas que aún busca su gran éxito. Sin embargo, todo cambia cuando, después de una dura jornada en el restaurante, llega a casa y David no está. Su marido ha desaparecido.
Y debemos reconocer que los lectores somos muy de primeras reacciones y las de esta obra mezcla de novela de investigación con thriller psicológico nos deja un poco confusos. Nuestra protagonista esperará en un primer momento a ver qué pasa, cosa que puede ser comprensible, si no fuera porque sus suposiciones posteriores son a cada cual más disparatada.
Una vez que se asume la desaparición, comenzamos con la investigación sobre si es voluntaria o forzada, donde la mujer de nuestro protagonista nos mostrará como no da un duro por su marido. Sospechas de infidelidad constantes, entender la desaparición como una huida de ella y su viaje a recuperarlo serán las cosas que nos lleven a entender esta obra no solo como una obra desapariciones, sino como una historia que también trata del aspecto psicológico de la protagonista.
Dos partes, dos novelas
Por esto, por la dualidad genérica que encontramos en la novela, podemos decir que la obra se divide en dos partes diferenciadas por la percepción de la protagonista.
En la primera, cuando se piensa en la desaparición voluntaria, nos encontramos ante una obra muy rápida, donde la impulsividad y lo hiperbólico reina en la historia. Nuestra protagonista, Lorena, comenzará a hacer supuestos más o menos plausibles, pero complejos, que la llevan a realizar acciones poco convencionales.
En la segunda parte, cuando se valora también que pueda ser un secuestro, la narración de ralentiza y la protagonista al menos es capaz de activar los receptores para lo que le llega de fuera. Es, quizá, la parte de la obra donde suceden los acontecimientos más turbios y, sin embargo, que convencen más, bajo mi punto de vista.
Lo curioso es que, a mí particularmente, la parte más frenética se me ha hecho más lenta, porque lo que sucedía, lo percibía como un sinsentido de la protagonista, una especie de paranoia. Sin embargo, la parte más pausada, donde los detalles se muestran mejor, la he leído muy rápido, tenía ritmo e hilo conductor.
Paranoias reales
La historia en su final me ha parecido curiosa, sobre todo por el personaje del marido; me ha llamado porque creo que el final es interesante y la manera de llegar a él (cuando de verdad se va a él) está bien expuesta también.
Sin embargo, la protagonista, y algunos personajes secundarios, me ha agotado muchísimo. Dicho a lo llano, ella está como una cabra, es decir, es muy probable que se la haya escrito con un problema psicológico no explicitado en la novela. Pero el problema está en que, por esta manera de ser, lo que se nos ofrece al principio de la obra es una historia dislocada de la realidad que pronto cae en el sinsentido. Lo que hace Lorena no tiene ninguna explicación racional más que un montón de rasgos bastante enfermizos: celos, manías persecutorias, egocentrismo… Termina incurriendo en la idea de que todo el mundo le falla de manera personal y, particularmente, no puedo empatizar con alguien tan desquiciado.
El resto de personajes también tienen su cosilla, un pelín exagerados algunos o circunstanciales en la historia. Los personajes, sin duda, son lo que menos me ha gustado.
Desconexión
Lo cierto es que la obra no me ha disgustado, pero tampoco ha sido una de las grandes lecturas del verano. Para pasar el rato y picarte en cuál será el misterio está bien, pero siempre y cuando consigas soportar a la protagonista.
A nivel de estilo, nos encontramos con una novela muy ligerita y con un lenguaje muy sencillo. Los personajes tienen la personalidad definida, a pesar de que sean de aquella manera, así que creo que si sabemos que nos acercamos a ella para desconectar está bien. Ya me contaréis qué tal.


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