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Estamos ante una novela de ficción histórica con una estructura un tanto peculiar. Dividida en varias partes, todas ellas con capítulos muy cortos (3-4 páginas), nos adentramos en una historia que viviremos a través de dos tramas que discurren en momentos muy diferentes de la historia. Con una visitamos la época de Jesucristo; mientras que con la otra viajamos por las tierras castellanas de la época del Cid. Cada una de las tramas se nos narra a través de fragmentos cortos, y no siempre consecutivos aunque sí en orden cronológico, de los distintos personajes que protagonizan cada una de ellas. Y aunque a priori pueda parecer que ambas tramas discurren de manera completamente independiente, sin guardar relación alguna entre ellas, al final la autora tiende un puente que las unifica de una manera bastante inesperada. A través de la vida diaria de los personajes podemos conocer mucho de la sociedad, costumbres y modo de vida de las dos franjas históricas que se nos presentan. Y como es de esperar si tenemos en cuenta las fechas en las que transcurre la historia, veremos también una base religiosa muy potente; mezclando judíos, árabes y cristianos. Y metiendo, en una de las tramas, a varios personajes que a poco que sepáis de religión, os resultarán conocidos… a pesar de que los veamos en un entorno muy diferente al que nos tienen acostumbrados. A pesar de ser una novela con un gran trabajo de documentación histórica detrás, no hay exceso de batallas, ni abuso de descripciones, ni saturación de fechas o nombres de personajes ilustres. Resulta sencillo hacerse a los personajes gracias a que podemos verlos en un entorno muy cotidiano. Sin embargo, esa cotidianidad que es la base de toda la novela no impide dejar un hueco para una subtrama con un aura más misteriosa, vinculada a la resolución de diversos crímenes, que es la que le dará al conjunto ese toque extra de intriga. Es una novela que resulta algo caótica al inicio debido a su peculiar estructura, pero que te acaba atrapando sin que te des cuenta gracias a la ligereza de su narrativa y a la brevedad de sus capítulos. Aunque su final me ha dejado un sabor… agridulce. Para los lectores que no estén acostumbrados a la ficción histórica esta quizás no sea la mejor alternativa para empezar con el género, pero para aquellos que tengan ya más bagaje, es una magnífica opción para escapar de la linealidad y la densidad que suelen caracterizar a estas obras. |
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