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Todos tenemos pendiente escribir nuestra gran carta de amor. Esa en la que volcamos sobre la mesa, sin importarnos una mierda el orgullo o la vergüenza, cuánto hemos querido, lo mucho que nos han dolido las ausencias. Anotaríamos cada pequeño gesto, manía, imperfección que, en su día, nos desquiciaba y que, a día de hoy, recordamos como agujas de nostalgia que se nos clavan en el corazón. Grandes párrafos de discusiones apasionadas y, cómo no, de reconciliaciones abrasadoras. A veces curándonos, a veces hiriéndonos, pero sin poder evitar amarnos como ninguno era consciente de que había amado nunca. Tantas lecturas de "quien lo probó lo sabe" y tantas mentiras, porque cuando llega, inoportuno e infantil, arrasa con todo nuestro universo. Y comprendemos que esto sí es amor. Con sus luces y sus sombras, tan humano como tú o como yo, pero dotado de una fuerza sobrenatural capaz de llevarnos al cielo o al infierno, en un segundo. Cartas memorables. Amor (Penguin, 2021), recoge las misivas deFrida, amputándose a Diego en los momentos antes de su propia amputación. al frío Napoleón, que ha tenido que abandonar a su reciente espososa Josefina de Beauharais, pocas horas después del enlace, y lamenta con ardor esta separación. La birria de petición de mano que surtió efecto, el amor más allá de la muerte de Beethoven o el de Richard Feynan a Airline, lo más conmovedor que he leído en mucho tiempo. "(...) quiero decirte que te amo, quiero amarte. Siempre te amaré. Me cuesta comprender qué significa amarte después de que hayas muerto, y aun así quiero consolarte y cuidar de ti, y quiero que tú me ames y te preocupes por mí; quiero tener problemas que comentar contigo, quiero que compartamos pequeños proyectos.(...) Igual que te dije entonces que no necesitaba nada porque te quería muchísimo y de muchas maneras. Y ahora eso es todavía más cierto si cabe, pues no puedes darme nada y si embargo te amo tanto que eso me impide amar a nadie más. Aun así, quiero que permanezcas donde estás:incluso muerta, eres mucho mejor que cualquier otra persona viva. (...) Perdona que no eche esta carta al correo, pero no tengo tu nueva dirección". Ojalá yo fuera tan valiente como para escribir una carta así, que recogiera cuándo iluminaste mi vida, lo mucho que lamento los daños causados y cómo aún se me clavan en el corazón las astillas de tu ausencia. Me gustaría que, si tiene a bien el viento, te susurre al oído esta epístola improvisada rebosante de sentimientos. Enlace: https://www.instagram.com/mi.. |
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