Vamos a por diversión. Estos libros son estupendos, te devuelve la sensación de ser un crío. Stine es un maestro en toda la palabra, en todos los libros que he leído de él, siempre es necesario consumir más de su obra. Un día en horrorlandia, protagonizado por la familia Morris, es un vistazo al típico viaje de fin de semana a un parque de diversiones, solo que sin llevar un mapa y con unas ligeras sorpresas al llegar. No es necesario decir que es un libro para niños, pero es disfrutable en extremo a cualquier edad. Lenguaje básico y muy adictivo, escena tras escena se va poniendo mejor. Lizzy, Luke y Clay se desarrollan magistralmente en el libro. En cada rincón del parque una atracción escalofriante pero divertida; en verdad sentí esa ansiedad y esa horripilante sensación de ser parte en una experiencia como esa. Los horrores son perfectos, y el acto final aunque precipitado es terrorífico, asombroso, hilarante en cierto punto. ¿Quieres salir de un paro lector? Ve por una de las obras de Stine.
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