En Príncipe y Mendigo se cambian los roles: un pobre mendigo londinense y el príncipe heredero del trono. Los niños se parecen tanto que nadie cree, en un principio, que el heredero vestido de mendigo lo sea y que el mendigo vestido de príncipe sea un impostor. Las convenciones sociales los diferencian. Las apariencias se imponen; sin embargo, tanto el mundo de la corte como el del mendigo creen a los dos niños víctimas de un ataque de locura temporal. Una novela con situaciones cómicas y ejemplares. |