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A medio camino entre el estudio antropológico-etnográfico y la novela (la propia autora ya dice que los documentos que cita son inventados pero imitan documentación existente) esta historia está inspirada en las vidas de unas mujeres excepcionales que vivieron en Zitková, en los Cárpatos Blancos, frontera natural entre la República Checa y Eslovaquia, y que han sido objeto de algunas investigaciones, protagonistas de libros e informes, y cuya mayor gloria (muy a su pesar) fue convertirse en objeto de deseo de nazis y comunistas. Poderes ancestrales que no están hechos para ser manipulados, aún menos por políticos, fanáticos o desaprensivos. Dora Idesova es la última de esta generación de mujeres medicina, se podrían llamar en otros países, brujas, o diosas como son conocidas en esta zona, y es precisamente ella quien trata de estudiar parte de lo sucedido en su familia a través de un estudio de campo para el que tiene que acudir a archivos y entrevistas tratando de hilar una respuesta que lleva buscando toda su vida. Una historia de locura, crueldad, amor, soledad, brujería (blanca y negra), superstición... Demostración patente de lo mezquino que puede llegar a ser el ser humano. En principio parece muy interesante, no me cabe duda que el tema lo es, pero resulta un poco cansino, porque a mitad de historia pierde intensidad, son demasiados datos, todos ellos muy parecidos (los expedientes no son lectura grata) y la historia da la impresión de dar vueltas sobre sí misma tratando de alargarse (no entiendo la manía de hacer obras tan extensas, la verdad). Aún así es una historia curiosa y guarda una sorpresa final, que a mí particularmente me ha encantado. |
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