Crudeza sin concesiones. No es una novela fácil. No está pensada para ser una lectura de relax ni para agradar. Es cruda, realista y hasta soez. Dibujada sin censura, sin límites. Y lo triste, es que retrata una parte de la sociedad que hoy en día está ahí fuera, en la calle, pasándolas tan canutas como la protagonista, Malasanta. Sin pretenderlo, me ha recordado una y otra vez a un personaje secundario que salía en algunos capítulos de "Breaking bad". Si habéis visto la serie, quizás os acordaréis de una prostituta que era amiga de Jesse Pinkman y que vivía en un motel. Pues esa prostituta ha sido mi Malasanta o mi Malasanta tenía la cara de aquella prostituta. Hay un color que es parte de la portada de esta novela y que va a la par con la historia: el color naranja. El color naranja, muy presente, se encontrará en ese iris naranja del ojo, que va y viene, y que es una "esponja" que graba y retiene ciertos "momentos estelares". Está en Candela, que gira y gira en una vida anodina, y que nos recuerda que todos, en realidad, somos igual que Candela, aunque nos digamos que no y luchemos por salir de esa "pecera" que es tan difícil escapar, por no decir imposible. Y también, en el fuego, que cumple su función de hacer desaparecer o de redimir a quien ya no puede más o a quien ya poco le queda por padecer. Historia cruda, ácida y sin concesiones, no apta para paladares sensibles. A mí, particularmente, me ha encogido el corazón y me ha dejado, en la memoria, escenas inolvidables . Enlace: https://instagram.com/los.li.. |