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Forzando, forzando he logrado acabarlo. Creo que es excesivo compararlo con las Epístolas de Séneca. Pero también es cierto que se necesita de algún bagaje para poder apreciarlo en su totalidad y poder extraer todo su jugo. Y yo carezco de ese bagaje. Mucha paja, mucho relleno para sacar apenas algunas frases de impacto que inviten a la reflexión. Además, nos falta la otra parte de la relación epistolar, por lo que en muchas ocasiones he perdido el hilo. Lo que digo siempre cuando no logro apreciar las bondades de un libro ampliamente reconocido: será que no está hecha la miel...
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