HEX

Últimamente veo mucho la expresión «pueblo chico, infierno grande», y a este ejemplar le viene como anillo al dedo.

Soy muy fan de las historias de pueblos donde los secretos lo emponzoñan todo. Así que suponía que el libro me iba a gustar, pero no me imaginaba hasta que punto.

Y es que “Hex” no se conforma sólo con darme la historia de un pueblo donde nada es lo que parece, sino que además, lo aderezar con un factor sobrenatural que mantiene la intriga y la desazón a los largo de sus 512 páginas hasta llegar a un climax apoteosico cuya locura se me contagió. Su autor bebe directamente del mismísimo Stephen King, y es fácil encontrar pistas de las obras del maestro del terror y su estilo: como la calidad de sus retorcidos personajes.

Todo pivota, desde la lectura hasta el pueblo, en torno a Katherine, la bruja de Black Rock. Una señora atada con cadenas, con los ojos y la boca cosidas, que se desmaterializa y se materializa en cualquier punto que le place del término de Black Spring. Su presencia es una amenaza: cuentan que sus ojos pueden maldecir a quienes miren. Los habitantes de Black Spring han intentado escapar, pero la maldición les persigue allá a donde vayan. Si osan pernoctar fuera de allí, sus pensamientos les empujarán al suicidio. Así que, quien acude a Black Spring, se queda en Black Spring.

Visto esto, la sociedad ha actuado en consecuencia. Ha creado una organización que se encarga de dar seguridad al pueblo y los vecinos, sin más remedio que convivir con Katherine y su constante amenaza velada, dan parte de sus apariciones a través de una aplicación creada para ello.

A pesar de integrar a través de estos detalles el presente con el pasado más pagano, Thomas lo recalca mezclando narrador en presente y en pasado: empleando el primero para los videos y grabaciones que los más jóvenes llevan a cabo mientras experimentan nuevos límites con la bruja.

El papel de la juventud es muy importante: se niegan a seguir anclados en las reglas y costumbres del siglo XVII y quieren elegir sus propias vidas. Esa es la lucha de Tyler Grant, el ideólogo de estos experimentos junto a su grupo de amigos. Es muy fácil encariñarse con él, aunque al principio, durante su presentación, me pareció frívolo debido a su afán “YouTuber“.

Pero mi favorito ha sido el jefe de seguridad, Robert Grim. Un hombre cínico que ve como sus esfuerzos son insuficientes e intenta paliar la situación con los recursos que tiene. Prácticamente, la suya es una lucha de uno contra el mundo.

Porque ese es uno de los temas principales de esta novela. Ver como la gente trata a Katherine, maltratándola e idolatrándola a partes iguales, me sumergió en la dicotomía de no saber en qué bando posicionarme, si temerla a ella o a ellos. Veo una crítica a la sociedad, que a pesar de Internet y otras comodidades, siguen teniendo la mentalidad de quienes cazaban brujas y veían presagios en el vuelo de los pájaros.

No soy de las que se impresionan fácilmente con las lecturas, que soy capaz de dejar capítulos a mitad sin que me pesen en la conciencia y guardarme para mi momentos tensos. Pero con Hex he tenido que mandar un audio de madrugada para poder sacarme de dentro la impotencia, la inquietud y la desazón de sus golpes de efecto. Muy cerca del final hay uno en concreto que considero magistralmente narrado. Me rompió por dentro a pesar de mi larga experiencia lectora.

Dicho esto, sobra cualquier cosa más que pueda añadir.