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Una historia increíble, emotiva, simplemente perfecta... La trama es adictiva. Inicia cuando los protagonistas se conocen, siendo apenas unos niños a los que sus padres ya han marcado el destino. Sin embargo, no es un destino que estén dispuestos a aceptar fácilmente. Luego viene su primera juventud, donde se nos presentan con esa inmadurez propia de la edad. Ella soñadora y romántica; él, rebelde y malhumorado. Finalmente, la autora nos va narrando su transición a la madurez a través de los golpes sorpresivos de la vida. Esta es la historia de un amor luchado, conquistado y vencido. Un amor sufrido, que forja la personalidad y el carácter de los personajes, y que nos deja algunas escenas de amor y dolor verdaderamente bellas, de esas que te tocan el corazón y te hacen derramar lágrimas. Porque los personajes no son palabras plasmadas en un papel, sino que la pluma de Tessa los hace reales, y se te encoge el corazón cuando sufren, y te emocionas cuando aman. Debo decir que todos, absolutamente todos los personajes me han robado el corazón. He amado a Arthur y he llorado por él; me he reído y suspirado con Adam y Coralia; me he enfadado y me he emocionado con William y Emma; y qué decir de los protagonistas, Cam y Maddison, los adoro. El cambio que experimentan a lo largo de la historia es impresionante, y el amor que se profesan, maravilloso. Me ha encantado el simbolismo de los pensamientos y el juego que se hace con la palabra y la flor. Cam no es perfecto, ni mucho menos, pero ama con todo su ser. Enamora por su picardía juvenil, pero conquista por la humildad de su madurez, en la que ha aprendido a aceptar sus errores, sus defectos, y a darse a sí mismo sin reservarse nada. Maddison florece a lo largo de las páginas, pero sin dejar de ser ella misma. A pesar de los desplantes y rechazos a los que somete a Cam, en ningún momento te parece una persona dura, frívola o una arpía, sino la chica dulce y buena que era en su niñez, pero más madura y más cauta. El estilo de Tessa es impecable y magistral. No nos deja solo palabras, sino sentimientos, y eso es lo que, a mi parecer, hace grande esta novela. Dejas a un lado la ambientación, las posibles incoherencias de la época (pequeñas licencias que la autora se toma en favor de la historia), para sumergirte en un mundo de sentimientos y emociones que te envuelven, te conmueven hasta las lágrimas y te dejan suspirando. No puedo sino recomendarla al 100%, porque es una historia maravillosa de principio a fin. |
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