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Es una historia juvenil, sencilla pero muy entretenida. El dios Sal se ha dejado morir, todas sus creaciones han sido eliminadas a manos de los humanos. Su hermana Selene enfadada por la situación, culpa a los licántropos de no cumplir su tarea. Así que decide bajar del cielo con ayuda de Elva y matarlos a todos. Por otro lado, tenemos a Néstor, el vidente invidente de la manada. Tras un sueño premonitorio le han dado la misión de despertar al primer guerrero licántropo que luchará por ellos. Al mismo tiempo, a Sierra, una chica de la misma manada, le son arrebatados sus poderes de licántropo y la diosa ha cortado sus lazos con la manada, así que nadie la verá ni reconocerá. Nadie salvo Néstor. Cuando Néstor comienza su viaje, Sierra ve la única oportunidad para ayudar a su manada aunque ellos no lo vayan a saber y sentirse útil. Por su característica de vidente, Néstor puede hablar con ella aunque no la recuerde en su vida. Juntos viajaran por el bosque, escapando de los humanos que sabiendo de sus horas bajas los amenazan con extinguirlos hasta encontrar al primer guerrero y luchar contra los humanos y la diosa por su vida. La novela es corta, sencilla y muy entretenida, tanto Néstor como Sierra y Zael son chicos jóvenes, como de 16/18 años que se ven envueltos en situaciones que no pidieron y en guerras que no les atañen pero tienen una misión que cumplir. Al mismo tiempo que los muchachos intentan sobrevivir a todos sus devenires, los dioses o semidioses juegan sus bazas para cumplir su propio objetivo. La narración es cambiante, ya que cada capítulo es narrado por uno de los personajes principales, pero también hay capítulos pequeños en los que cada uno de los dioses se mueve en el conflicto. No hay grandes descripciones ni sabemos muy bien en que época ubicar la historia. El final es interesante pero me lo esperaba de otra manera. Creo que es un buen libro para introducirse en la lectura fantástica tanto para jóvenes como para adultos. |
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