Visiones

Abby Gillman es una chica de trece años que está entrando en la edad adulta. Dejó atrás la niñez para saber los inconvenientes de crecer como depilarse y terminar con algún corte sangrante, sujetadores que aprietan y la menstruación. Se podría decir que su crecimiento está marcado por la inquietante realidad del derramamiento de sangre. Pero un siniestro rastro de sangre en el pasillo de su escuela, que sólo ella puede ver, la lleva a una revelación escalofriante de una entidad espectral encerrada en un casillero escolar olvidada hace mucho tiempo. Un horror que las autoridades escolares descartan, aparte que nada ven, forma parte de una leyenda urbana. Desafortunadamente, las experiencias de Abby se descartan como simples delirios, ella puede ver a los muertos.

“Visiones" bien podría ser una buena novela corta de miedo, su atmósfera se mantiene firme en el género de terror, con sus apariciones grotescas y descripciones vívidamente inquietantes. Hay escenas auténticamente escalofriantes, sobre todo las que ocurren en el sótano de la casa de la playa y aun así el lector seguirá la lectura con bastante tranquilidad y es que es difícil pasar miedo cuando la propia protagonista no lo tiene. Abby encontró casi “normal” el poder ver a gente fallecida y ese será el motivo por el que personalmente creo que estamos ante una novela de misterio más que de terror.

Escrita en tercera persona, Abby es retratada como una protagonista vibrante e identificable. Sus emociones turbulentas agregan autenticidad a la narrativa,  asombrando al lector en sus experiencias únicas. La acompañarán, aparte de los muertos, sus padres y su tío Keith, personajes adultos con sus propios pasados ocultos, añadiendo con su presencia profundidad a la historia.
 
Después de la desagradable experiencia de la taquilla del colegio, toca ir de vacaciones una semana a la casa de verano de su tío recién separado y despedido del trabajo. Allí las verdades que descubre no solo la inquietan, sino que también sacuden su propia percepción de la realidad. Sus vacaciones de verano, que se espera que le proporcionen un respiro, demuestran lo contrario. Las experiencias espectrales continúan, lo que lleva a Abby a descubrir oscuros secretos...

Sangre, mucha sangre brotando de cuellos abiertos, de cuencas de ojos vacías, muertos chillando, vale esta parte si me acojonó..., pero sentí que los fantasmas pasan de ser figuras centrales del horror a herramientas narrativas que desentrañan un intrigante misterio sobre una niña desaparecida. Esta transición, junto con la representación genuina de Abby de los matices adolescentes, nos ofrece una versión refrescante y única de la clásica historia de fantasmas para desentrañar un misterio profundamente arraigado.

La historia entrelaza a la perfección múltiples tramas secundarias: una niña desaparecida llamada Claire, un incidente horrible en un campamento de verano y el infame fantasma en el casillero. Estas historias aparentemente no relacionadas convergen en una resolución cohesiva, un trazo narrativo que encontré particularmente agradable. Sonora Taylor nos ofrece una combinación distinta de géneros, anclada por un fuerte personaje principal.

Terror y misterio se dan de la mano donde los muertos no encuentran su lugar de descanso. Rastros de sangre dejando extraños mensajes y una familia que enterró una verdad demasiado terrible de asimilar.

No es la novela del año ni pretende serlo, es una muy buena historia que se deja leer.