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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
23 April 2020
Contando con Angel, la novela que hoy os traigo, son ya cuatro las ocasiones en las que os he hablado de Elizabeth Taylor en Netherfield, y si no os he traído antes Angel ha sido por lo de siempre: ya conocía la historia por su adaptación cinematográfica, así que he ido posponiendo su lectura. Estoy saldando muchas deudas a este respecto últimamente, y es algo de lo que no puedo dejar de alegrarme porque es un libro magnífico.

La historia comienza en los albores del siglo XX, aunque la única pista que recibimos de pasada es que se está guardando todavía luto por la muerte de la reina Victoria. Angelica "Angel" Deverell apenas es una adolescente de quince años que vive junto a su madre en las habitaciones que están justo arriba del comercio que regentan. Apenas ganan para subsistir, pero Angel es la gran esperanza de su madre y de su tía (que trabaja como criada en la casa señorial de la zona), y entre las dos le pagan su educación en un colegio privado. Angel tiene un altísimo concepto de sí misma, se avergüenza de su posición social y mira por encima del hombro a todo el mundo, incluida su propia madre. Tiene las miras muy altas, está convencida de haber nacido para triunfar y, sin saber absolutamente nada de la vida, sin experiencia vital que pueda respaldar su afán por ser una escritora famosa, comienza a escribir historias románticas de lenguaje emperifollado y escenas absurdas que, sorprendentemente (o no tanto), acaban encontrando un editor. Y así, con apenas 17 años, Angel comienza a ascender peldaños hacia la fortuna y la fama, y aunque la elevadísima opinión que tiene sobre sí misma y su talento es tan extraordinaria como inmerecida, sigue siendo el mismo ser extraño, extravagante, antisocial y solitario que se encerró en su habitación a escribir sus primeras palabras aquel día que decidió que no iría más al colegio y se convertiría en una gran escritora.

Elizabeth Taylor escribió Angel por y para su protagonista, y era una escritora tan brillante y tan valiente que otorgó ese peso a un personaje con el que el lector en ningún momento sería capaz de empatizar, y tiró con esa idea hacia delante. Esta novela no va de ponernos en el lugar de Angel, de comprenderla, de coger cariño a sus peculiaridades o hacer tuyas sus desdichas: va de enfrentar al lector a una protagonista que no quiere que te encariñes con ella, que se empeña todo el libro en mirarte por encima del hombro, y que aun así consigue que le cojas de la mano, no la sueltes desde la primera hasta la última página, y acabes pensando en la gran historia que acabas de leer y en el grandísimo personaje que ella es aunque viva a tres metros de la realidad.

¿Cómo os describo a Angel? Comienza la historia siendo una adolescente con aires de grandeza, creyéndose por encima de todo el mundo, sin hacer absolutamente nada en su casa ni en la tienda de su madre, ganándose la antipatía de todas sus compañera en clase, inventándose historias sobre sí misma para aparentar tener un estatus social que no tiene... pero no penséis ni por un momento que es por falta de estima o porque la pobre está sola y necesita crearse un mundo diferente al gris en el que vive. No, sencilla y llanamente, sin más, se creer superior y le hastía la mediocridad de la gente que le rodea. Es maleducada, extremadamente orgullosa, no tiene ningún sentido del humor, es anormalmente susceptible, tiene una vanidad desmesurada, todo lo adorna para adaptarlo a esa vanidad y resulta en extremo arrogante. Quiere ser constantemente el centro de atención, miente más que habla, reniega de sus orígentes cuando ya es famosa y se considera, sin lugar a dudas, durante toda su vida, la mejor novelista de todos los tiempos. Y ahora me repito, no creáis que el éxito se le sube a la cabeza: no, simplemente nació así. Y no quiere a nadie cerca de ella salvo contadas excepciones. No necesita a la gente.

Y así, con una protagonista como esta, fascinante de conocer, desafiante, que se pone el mundo por montera y a la que le importa un carajo el lector y lo que opine, Taylor nos adentra en el otro gran tema de la novela, ese otro tema que en otras historias que he leído suyas siempre está presente de alguna u otra manera pero que aquí es reina y señora de principio a fin: la literatura. Pero no la literatura a rasgos generales o a modo de homenaje, sino la literatura como profesión, la escritura como medio de vida, el proceso de escribir, el escritor enfrentado al papel en blanco, lo que un escritor vuelca de sí mismo en su obra, el envío a editoriales, la espera, el rechazo, la aceptación, lo que recibe cuando esa obra ya no es suya y es de los lectores, la capacidad de autocrítica, la inteligencia de saber reconocer hasta donde llega la calidad de su obra, la cualidad de reinventarse, los criterios que sigue una editorial para escoger un libro sobre otro, lo reñidos que suelen estar muchos de los libros más vendidos con la calidad literaria... Mucha tela que cortar para poco más de 300 páginas, ¿verdad? Pues creedme, la Taylor le prueba todos estos trajes a Angel y se convierte en la mejor modista del reino: teje una visión aguda, mordaz, amarga e implacable del mundo literario, y le sale un atuendo de gala.

Y es que la Angel escritora se sustenta en una absoluta inexperencia: no sabe nada sobre nada, no lee absolutamente nada porque se cree que ya lo sabe todo, y por eso sus libros nacen fruto de su desmesurada ignorancia, de la imaginación más exagerada y absurda y en consecuencia están repletos de errores ridículos y nada acordes a la realidad. Su prosa es petulante, pretenciosa, alambicada, vulgar y ridícula... pero cuanto más se ceban con ella los críticos, cuanto más se ríen de ella, cuanto más evidente resulta que ni las correcciones constantes de su editor arreglan sus desaguisados, más vende y más la idolatran sus hordas de lectores. Ella está convencida de que vende tanto porque es una escritora maravillosa, odia a muerte a sus críticos y, teniendo en cuenta que a los veinte años ya es una mina de oro y tiene hasta criados, no le va tan mal. le apasiona escribir, vive por y para las horas y horas que pasa escribiendo y sus lectores le adoran. ¿Es realmente importante entonces la calidad de lo que escribe?

Y diréis que os he contado todo el libro... pues no os he contado apenas nada. La novela está dividida en seis partes, y en cada una de ellas hay un salto temporal de varios años que nos adentra en una situación personal diferente. Así es como la acompañamos en los momentos más importantes de su vida, en esas escenas aquí y allá que van componiendo el cuadro final de su existencia. Angel es, por así decirlo, la biografía de Angelica Deverell, la exposición de todos sus claros y sus oscuros, y en esa semblanza que abarca muchos, muchos años, entran y salen de su vida distintas personas (pocas, porque esta Angel que os he pintado no es mujer de muchas personas) que completan un paisaje desolado donde, si se te permite el paso, es porque estás destinado a quedarte lo quieras o no lo quieras a pesar de las consecuencias. El muro de ese castillo interior en el que vive tiene varios agujeros, y todos estos personajes secundarios (de los que no os hablo porque hay que descubrirlos en las páginas) se adentran en él y matizan cada paso que da. Así que no, no creáis que os he contado mucho... solo os he perfilado de refilón una personalidad y una historia fascinantes que se merecen mucho más reconocimiento del que tienen.

Ya lo he dicho muchas veces, no estoy de acuerdo con quienes comparan a Elizabeth Taylor con Barbara Pym. Adoro a Pym, pero compararla con Taylor no tiene sentido alguno, son dos autoras muy diferentes y su forma de abordar la literatura y sus historias no tiene nada que ver. Elizabeth Taylor juega en otra liga con unos instrumentos antagónicos y un embate muy diferente. Angel es, de entre todas las novelas que he leído suyas, la más descarnada, la menos condescendiente y la más arriesgada. Aquí no tienen cabida el costumbrismo, los personajes amables o las situaciones pintorescas. Taylor no suele ser indulgente con sus personajes en general y sus protagonistas en particular, no los protege, y este caso no es diferente. Angel es una novela afilada, rigurosa, escrupulosa e implacable. Y a pesar de todo, o precisamente por eso, es una historia radiante, sugestiva, hermosa... que se permite sus momentos de ternura, que arranca esbozos de sonrisa en los detalles más insospechados y suscita sentimientos de protección y amparo hacia algunos de los personajes.

Elizabeth Taylor era una escritora magnífica, y a partir de esta amalgama de sensaciones y emociones contradictorias modeló una historia fascinante y muy, muy recomendable.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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