Norte: Primera parte de la saga Los Cuatro Puntos Cardinales

La primera entrega de esta saga e, incluso la sipnosis, ya deja muy claro sobre qué trata la historia. Es una historia de amor entretejida en un escenario a caballo entre dos mundos: el real y el imaginario inventado por la autora.

Quizás esto haga pensar a algunas personas que estamos hablando de una empalagosa y apasionada relación entre los protagonistas como punto de partida, pero la verdad es que la novela transcurre en un continuo descubrimiento interior de los sentimientos del personaje principal que, aunque pudieran parecer obvios, son tan complejos como la vida misma. La autora emplea una prosa interactiva parafraseando y formulando continuas preguntas en primera persona que internan al lector en los entresijos del corazón de July y, por consiguiente, de Nathan. Este mundo interior no sólo habla de sentimientos románticos, también de barreras psicológicas y de un trauma infantil que esconde el verdadero origen de todo lo que va a ocurrir.

Desde mi punto de vista, uno de los aspectos más sobresalientes de esta saga que comienza, es la forma en que se ha articulado la creación de un nuevo mundo, el cuál, a diferencia de otras sagas, no se encuentra entremezclado con el mundo real, sino que se trata de un mundo paralelo e independiente y además, en cierto modo compatible con nuestra realidad gracias a un desfase temporal acusado entre ambos. La manera en que se ha utilizado el recurso del tiempo para compaginar ambos escenarios me ha parecido muy llamativa y bien desarrollada. Por otro lado, las normas que cambian dependiendo de la ubicación, también se han resuelto y expuesto de una forma progresiva y creible a medida que avanzaba la historia, haciendo de la trama más que una simple presunción.

Otra cuestión que destacaría es la forma de describirlo todo por parte de la autora, no sólo en cuanto a una descripción activa se refiere, la cuál es muy vívida en las escenas de acción en las que se recrea bastante; sino también en lo referente a una descripción pasiva que denota además un ejercicio de documentación previa que he apreciado como estudiante de Historia del Arte en algunos puntos concretos, como ocurre en la exposición de detalles de los estilos arquitectónicos y ornamentales.

Debo de constatar que, a pesar del considerable grosor de este libro (738 páginas para ser exactos), me ha resultado muy liviano. No puedo decir que en ningún punto me ha costado más trabajo seguir leyendo, por lo que se ha mantenido ese constante enganche a lo largo de toda la novela cuyo planteamiento deja la puerta abierta a multitud lugares y situaciones que estoy ansiosa por conocer.


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