El Viajero Errante y la Bandida Descalza

Ese dejarlo todo y no mirar atrás es lo que nos presenta esta novela podríamos decir que contemporánea, que tiene muchos toques de muchas cosas. Para empezar, con ella nos lanzamos a un road trip, un viaje por carretera que al más puro estilo Bony & Clyde, pero también encontramos toques de cierta literatura indie, en la que nos centramos en esos locales de carretea y su fauna, donde parece que el sistema de valores es otro.
Sin embargo, en este caso nuestros protagonistas no serán los prófugos, sino un muchacho que decide dejar todo a un lado y lanzarse a lo que descubrirá que será la búsqueda de sí mismo, sea esto lo que quiera ser.
El anzuelo y el ancla
No obstante, el carisma no lo portará nuestro protagonista, serán aquellos que se va encontrando en el camino lo que consigan moldear el barro en el que se ha convertido y los que le planteen los problemas a resolver. Estos son la pareja de personajes Arizona Colt, una muchacha de veinte años, enamorada de la fotografía, que viaja con su padre Johnny Dixie, un hombre diferente en su interacción con los demás, según lo que ve Dunne.
Lo que se esconde debajo de ellos pronto lo sabe el lector, son prófugos del delito que quiera que hayan cometido, sin embargo, Dunne tarda y gracias a ello ve más allá de lo que ocultan. Así se convierte en el chófer de padre e hija y así es como se unen sus huidas. Unos huyen de quienes quieren capturarlos para buscar una vida mejor y el otro huye junto a ellos.
Arizona, en este sentido, es un personaje muy interesante, ya que se nota que la muchacha no quiere vivir esa vida y, en cuanto Dunne muestra su interés por ella, no puede dejar ver en él algo distinto. Sin embargo, vive anclada a su padre, en un tira y afloja que Dixie siempre gana en un intento de enmendar aquellas cosas que han llevado a su hija a esa situación.
Tono y arena
Lo primero que recuerdo cuando pienso en la obra es que no deja de tener un punto cómico, a pesar de lo trágico de historia. Entiéndase trágico como una descripción de sus situaciones, ninguno querríamos estar huyendo ni tan perdidos como para dejarlo todo atrás sin saber a dónde ir. Sin embargo, cuando nos adentramos en la historia, los personajes no dejan de ver las conveniencias de su situación. Ambas huídas se decoran por tanto con aquellas cosas buenas que pueden alcanzar ambos núcleos narrativos, que se unirán hacia la mitad para desarrollar la historia trepidante de busca, captura, desierto y mucho coche.
Además de esto, el estilo del autor, como siempre, es una gozada. Su lenguaje es sencillo y los diálogos y monólogos interiores nos ayudan a comprender mejor las acciones y las respuestas que dan los personajes. Además, como ya he dicho, estos son muy interesantes porque muestran dentro de su tipología un abanico muy interesante de matices.
A nivel de exposición narrativa, llamarla road trip no es ninguna tontería, ya que la descripción de la acción es muy cinematográfica, poniendo la huida y la carretera como medio y también como fin. Casi, se podría pensar en cómo sería el corto de la obra.
Cuando no sabes que estás perdido
Si tuviéramos que poner en valor una única cosa de la historia, para mí sería cómo el protagonista es consciente de que se ha perdido en el camino de su vida. Partiendo de ahí, la novela nos ofrece una oportunidad a los lectores no solo de pasar un buen rato con las aventuras de los personajes, sino también para darnos cuenta de los pasos que damos nosotros, al preguntarnos por qué Dunne se ha lanzado a la carretera.
Descubrir esta incógnita, disfrutar de esos locales inquietantes que acogen a gente de paso y sobre todo tener una lectura que engancha y se disfruta me parecen motivos suficientes para recomendaros la novela. Así que espero que os animéis con ella.


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