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Lo bueno de Strackzinsky es que siempre es correcto en sus guiones. Lo malo, es que es tan correcto que acaba convirtiéndose en intrascendente. En este nuevo reboot de Superman (y van ya...) hay veces en las que te da la sensación de que JM no ha dejado la cabecera de Spiderman y que siempre narra en el mismo tono. ¿Es malo? No. ¿Es eficaz? Sí. ¿Y entonces qué falla? Pues eso, la intrascendencia. Este cómic tiene como puntos fuertes a los personajes, sólidos y carismáticos, incluso Lois (que siempre lo fue) y Jimmy (que casi siempre fue un títere). Clark se plantea la forma de enfocar su vida con sus poderes, pero una serie de circunstancias y motivaciones lo llevan a encarrilarse como el héroe con capa que todos conocemos. A pesar del intento de ponerle por delante dos villanos de cierta alcurnia, el primero no deja de ser una copia alienígena de otros villanos ya conocidos, mientras que el segundo está sacado del cajón de los recuerdos de los años 70 (explosión que convierte a un malvado en un ser capaz de absorber toda la energía). Y esos son los desaciertos. Porque si en un cómic de supers no equilibras lo personal con lo heroico, te quedas solo a medias. Buenos momentos, buenos personajes, una trama intensa y de rápida lectura... pero no es de estos cómics que se te van a quedar en el disco duro. |
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