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He visto una reseña que era: «Pls just let Ronan Lynch live out his gay cottagecore dreams» y CLARAMENTE SÍ. Vaya por delante que (casi) todo lo que escribe Stiefvater me parece una AUTÉNTICA MARAVILLA y que quiero a estos personajes con todo mi corazón y que llevo años leyendo sobre ellos, desde ese primer La profecía del cuervo. Así que 1) me será difícil ser totalmente objetiva y 2) no creo que pueda hacer justicia a lo guay que son estos libros. Reconozco que con este me pasó como con la primera parte de la trilogía: me costó entrar en la historia y, además, no recordaba muchas de las cosas que habían ocurrido en Llama al halcón. Vamos, que empezó lento, como la mayoría de libros de la autora. Sin duda, es un libro de transición entre la primera y la última parte. Peeeero, casi sin darme cuenta, me había enganchado mogollón y he disfrutado muchísimo, cómo no, de la maravillosa manera de escribir de Stiefvater, porque esta señora es que hace magia cada vez que escribe un libro, y de volver a ver a los hermanos Lynch. Y es que, sin duda, mis capítulos favoritos han sido los de Declan y Matthew (y Jordan); los que menos, los de Carmen Farooq-Lane. También me ha aburrido soberanamente el personaje de Bryce. A Ronan le sigo queriendo mucho y ojalá hubiese tenido más escenas, así en general, y con Adam en particular (y que Adam hubiese aparecido más que para decir dos o tres palabras y gracias, ya puestos a pedir). El final es flipante, de no saber bien qué narices está ocurriendo y querer chillar y NECESITAR el siguiente libro. Solo queda UNO para terminar la trilogía y quiero llorar. Por favor, Stiefvater, deja que los hermanos Lynch sean felices y que Ronan y Adam sean felices JUNTOS y coman perdices. NO ACEPTO OTRO FINAL. Yo qué sé, es que tengo mucho miedo por lo que esta señora nos pueda liar. /fin de la reseña caótica |
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