Leo "Sur" y me deja estupefacto. Hay algo, mucho (o quizá todo), que no acabo de entender. ¿Cómo es posible escribir cerca de 500 páginas para hacer un inventario de vidas destrozadas? Una treintena de personajes, la mayor parte de ellos del lumpenproletariado (si se permite la expresión), entre los que no se percibe un atisbo de inteligencia, dignidad, ética, ideales o futuro. Parece que en este siglo XXI no queda más que la demolición de los valores sociales que con tanto sacrificio se construyeron en el siglo XX, ponerlo todo a los pies de los caballos. El libro es denso, intenso, pleno de descripciones vívidas, pero todo al servicio de múltiples historias, a cada cual más desoladora, sórdida o lamentable. Es como una enmienda a la totalidad, la ley del más fuerte, del más perverso, del más corrupto o del más depravado. No se salva nada ni (casi) nadie. Si algo salva el libro son la forma y el estilo con que está escrito. Soberbio, sí, pero la sensación de soledad es enorme y el vacío descomunal. |