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La historia de esta novela es como poco intrigante. Estamos a mediados del siglo XIX y nos encontramos en Tierra de Fuego, en la parte más inhóspita del hemisferio austral de América del Sur. Conoceremos un poco su historia, la historia de unas tierras duras y exigentes para las pocas gentes que la habitan y que, por su propia idiosincrasia, se han convertido en tierras de asilo para solitarios, convictos y enfermos terminales. Estamos en el fuerte Bulnes, asolado por una insurrección militar en 1852. En las ruinas de este fuerte se ha improvisado un hospital donde un puñado de enfermos infecciosos, abandonados por los barcos que los transportaban y acogidos por los monjes del fuerte, malviven sus últimos días abandonados a su suerte. Es la Vía Damna, un lugar de no retorno que esconde más cosas que lo que parecerá simple vista: una historia de muerte, sangre y sucesos paranormales, pero también una búsqueda de justicia y redención. . Como ya os digo, la historia me ha tenido muy intrigada, en parte por una ambientación que impregna todo el libro de un carácter insólito y oscuro, pero también por la mención de unos hechos históricos que ignoraba y me han parecido muy interesantes. Sólo el hecho de transcurrir en una tierra solitaria y desapacible ya te hace estar alerta. Pero si además te describe a sus moradores (enfermos abandonados en el fin del mundo), como figuras fantasmagóricas envueltas en velos que se mueven silenciosos por los rincones de la Vía Damna, entonces el escalofrío ya está asegurado. Quizás al final no encuentras todo lo que esperas, pero se resuelven los enigmas, y los albores del nuevo siglo prometen luz entre tanta oscuridad. Casi siempre las soluciones son más sencillas de lo que parecen, es el miedo el que impide ver la salida. Se dice que " si entras en Vía Damna no sales". Desde luego, muchos no salieron. |
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