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La historia me ha sorprendido desde el principio: Lena guarda secretos, pero lo más importante es que también los roba porque tiene un don que, en cierto modo, la tiene condenada. Los capítulos son muy breves, lo que agiliza bastante el ritmo de lectura y engancha desde el principio. Así, la autora nos envuelve en una historia que versa entre lo paranormal y lo policíaco, con figuras que pertenecen a Scotland Yard y otras provenientes de mafias. Lo más interesante de este libro es que habla mucho sobre mitología japonesa, un ámbito del que conozco muy poco, pero que me parece muy bien logrado y atractivo para la novela: menciona a los shinigami, kitsune, yorei, entre otras criaturas. Me ha encantando toda esa aura misteriosa y mágica que gira en torno a Lena y su don, los momentos en los que se explica/se muestra cómo funciona y cómo le afecta. No he leído mucho sobre kitsunes, pero me ha dejado con ganas de descubrir más sobre estas criaturas y la mitología japonesa/asiática en general. Pero, no solo eso, sino que la novela está plagada de romance, una parte que he disfrutado bastante. En todo momento he sentido que la trama avanzaba y que esto no frenaba el resto de las acciones. Es decir, la novela tiene mucha acción, aunque debo admitir que al principio me sentía un poco desorientada, pero el romance es un hilo conductor clave para todos los acontecimientos, sobre todo, en las escenas en las que se habla de cómo funciona el don. Respecto a los personajes, en general están muy bien construidos, aunque mis favoritos son Lena y Killian. Dally se me ha quedado demasiado corto, pero espero que me sorprenda con la segunda parte. La historia se ambienta, especialmente, en Londres y Venecia, dos ciudades que he visitado y a las que, sin duda, esta novela me ha hecho volver. ¡Estoy deseando leer la segunda parte! |
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