Olvido y Bruna son dos personajes que no te dejan indiferente, tienen cierto aire siniestro pero al mismo tiempo resultan entrañables. Las he acompañado en un viaje lleno de recuerdos, rabia, dolor, odio y de sonrisas agridulces. Situaciones cómicas que rozan hasta lo absurdo y que consiguen sacarte alguna que otra sonrisa, se mezclan con la crudeza de sus vidas. Seguidas por una gaviota cual Virgilio acompañando a Dante en su viaje, estas dos grandes señoras no sólo me han hecho partícipes de sus secretos, anhelos y miedos, también me han llevado a mi niñez. He descubierto los secretos de sus silencios, esos que han acompañado y acompañan a tantas y tantas personas a lo largo de sus vidas. Esas historias no contadas que desvelan el carácter de cada uno y que en algunas ocasiones se vuelven tan agrias con el paso de los años que parecen ser hasta un chiste de mal gusto. Me quedo con Olvido y ese hambre voraz que tiene de cariño.
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