Diecisiete pies han aparecido en un pequeño pueblo; una simpática perrita se los ha ido llevando a su humano como si fueran un obsequio o un trofeo de caza y a partir de ahí el lío está servido. Al frente de este caso que ha revolucionado al pueblo entero ponen, quizás, a la peor pareja posible: una agente recién salida de la academia y un agente al que le quedan unos días para jubilarse. Pronto nos daremos cuenta de que hacen muy buen equipo y están dispuestos a todo con tal de encontrar al culpable y dar solución al caso que plantea una serie de interrogantes bastante inquietantes: un pueblo pequeño en el que cualquiera puede ser sospechoso, 17 piezas de un rompecabezas que hay que montar y la presión de una rápida y eficaz resolución planean sobre la cabeza de una agente que ve una gran oportunidad y de otro que ve el broche de oro a su carrera. Un libro en el que la ambientación es bastante lóbrega y gris, algo muy acorde a lo que se van contando y que, aunque no se indique de manera explícita, se deja entrever, y los personajes están bien perfilados: un veterano que guía a una novata con el aplomo que le han dado todos los años de experiencia a sus espaldas y el haberlo visto casi todo y una novata que se deja aconsejar pero, a la vez, toma la iniciativa y va aprendiendo poco a poco las artes del oficio. El suspenso se mantiene hasta casi el final porque apenas hay pistas que seguir; se basa todo en prueba y error, en ir jugando con lo poco que tienen sin que se note mucho y en tirar por las escasas vías que se abren ante ellos. La narración es ágil, hay cambios en el ritmo cuando aquella así lo requiere: algunas descripciones, momentos más intimistas, pero luego vuelve a saltar a la carrera cuando se produce algún avance en la investigación o se ha encontrado una nueva pista. Todo queda bien cerrado y explicado al final de manera coherente. Lo único que no me ha gustado es el exceso de oraciones seguidas separadas por comas; si bien esto hace que la lectura sea más ágil que cuando se utilizan las subordinadas a discreción, en ocasiones entorpece un poco la lectura. Sin embargo, el libro y la historia bien se merecen una oportunidad para saber qué se esconde detrás de esos pies. |