Oh, qué espléndida música

¡Oh, qué espléndida la música! ha sido mi refugio, un hogar calentito en los primeros días de frío. Me he impregnado de su belleza durante la lectura y me he despedida de él con verdadero pesar.

Ruan Ashley nos coje de la mano para guiarnos por los años de su infancia. A través de sus ojos de niña conoceremos lo complicado que fue crecer en un hogar roto sobre el que acechaba una sombra que les impedia vivir con plenitud. También los momentos felices, esos que vivió cuando se alejaba de las sombras y se sumergia en la luz del páramo de Yorkshire; aquel que recorría en pantalones junto a su amado David, en el que le esperaban los abrazos de Rosie y la huraña ternura de Luke. En su memoria infantil Rosie también guarda un recuerdo para su tío Alaric, el único familiar que la comprendió realmente, y para la infita biblioteca de la decadente Cobbets.

¡He amado tanto a Ruan! Su infancia y la mía son drásticamente diferentes, pero sus recuerdos me han hecho rememorar y añorar aquellos años en los que los veranos eran infinitos y la imaginación no tenía límite. Con Ruan he sentido la hierba bajo mis pies, el aire fresco y el olor de las primeras gotas de lluvia porque el libro te envuelve y te trasporta a un tiempo que no es propio, pero te acoge como si lo fuera.

Dorothy Evelyn Smith escribió una historia hermosa mientras la Guerra se libraba fuera de los muros de su casa. Imagino que escribir fue su refugio, como el páramo lo fue para Ruan. Su lugar seguro ante la barbarie.

Un libro que me ha emocionado y me ha hecho sonreír a partes iguales. Entre sus páginas me he sentido resguardada y feliz. Un libro memorable que se queda conmigo para siempre.