La cabina de teléfono en el jardín del señor Hirota

Este libro es, ante todo, una preciosidad. Todas las páginas están ilustradas con cariño, cuidado y mucho mimo, de forma que cuentan más historia que las propias palabras. Dan más profundidad a la trama. Los colores, las formas y las imágenes, te llegan, porque está todo compuesto de una forma elegante y cuidada. Los momentos más tristes están en una paleta de azules y grises fría, pero según avanza se van volviendo más cálidos y esperanzadores. Quizá pueda parecer una tontería, pero cuando se refuerza la historia de esta manera, tan redonda, hace que el conjunto sea aún más especial, porque crea una atmósfera.
Además, como ocurre en Japón, las ilustraciones tienen esa estética nipona. Muy suaves y minimalistas. A mi particularmente me encantan. Directas para enmarcar.
Y que decir de la historia. Es muy bonita y triste y creo que, para ese momento tan difícil de explicarle a un niño una pérdida, de la forma de superarlo, ayuda un montón. El proceso está contado de forma clara y concisa pero sin llegar a ser cruda o cruel. Ver el terrible golpe que es perder a tus padres, leer el proceso de superación y el mensaje final de esperanza hace que se haga un nudo en el corazón, pero un nudo dulce, porque está todo cuidado hasta el mínimo detalle. Lo dicho, para esos momentos tan difíciles es una magnífica ayuda. Pero también es una maravilla para los adultos, porque aunque está contado de forma simple para los niños, los mayores también disfrutamos de la historia.
Además está basada en hechos reales, el tsunami que arrasó Japón en 2011, lo que para mi siempre es un plus. Ver que esos momentos dan complicados la gente sea capaz de tender la mano a los demás para ayudar... Es precioso. Muy emotivo. Da esperanza.