Azul de medianoche

Todos los que me conocéis sabéis que no puedo resistirme a una novela con tintes históricos que además tenga implícito en su trama algo referente al mundo del arte. Por eso, cuando vi este libro entre las novedades de la editorial, caí rendida ante esta preciosa portada en la que aparece un cuadro titulado Mujer con jarra de agua, obra de uno de mis pintores favoritos: Johannes Vermeer, el mismo autor de "La joven de la perla". Hoy os traigo mis impresiones sobre "Azul de medianoche", una bonita historia sobre el tortuoso destino de una mujer en pleno siglo XVII, en un viaje que la llevará hasta el mismo epicentro donde surgirán las cerámicas azules holandesas, famosas en el mundo entero.
El comienzo de Azul de medianoche nos transporta hasta la pequeña población holandesa de de Rijp, en torno al 1654. Hace tan solo una semana que Catrijn Barentsdochter, nuestra protagonista principal, ha enviudado y ya tiene una decisión tomada: venderá todos los bienes que tiene para poner rumbo a Alkmaar, donde unos amigos le han encontrado un empleo. Podrá comenzar una nueva vida lejos del asfixiante y mezquino ambiente de su pequeño pueblo, donde todo el mundo se conoce. El verdadero sueño de Catrijn es poder dedicarse, en cuerpo y alma, a la decoración de la cerámica. Ya desde pequeña salpicaba de colores los pequeños objetos de la granja familiar, imprimiéndoles su personalidad. A pesar de saber que vivirá como una penitencia el haber roto con el vínculo que la unía a su familia, necesita ser libre, cambiar de aires y encontrar un futuro mejor. Finalmente todos sus planes se trastocan y decide poner rumbo a Ámsterdam, aceptando una oferta de empleo como ama de llaves en casa de un matrimonio burgués. Cuando llega a la ciudad se topa con un ambiente bullicioso, una atmósfera de libertad donde puede sentir el palpitar y la vitalidad de sus gentes y duda de que sea el lugar adecuado para una pueblerina como ella, pero consigue integrarse felizmente. Aunque esa felicidad le va a durar muy poco por culpa de una imprudencia…
Uno de los motivos que me hacen disfrutar de este tipo de novela es que son totalmente didácticas. Miradas al pasado que nos dan acceso a distintos episodios históricos haciéndonos partícipes de la cultura y costumbres de una sociedad alejada en el tiempo. En mi caso tuve un breve acercamiento a la cerámica holandesa cuando hice la carrera de Arte, pero hasta ahora no había ahondado en este fascinante mundo. Azul de medianoche nos traslada hasta la ciudad de Delft, donde a partir de 1602 los alfareros se concentraron en reproducir la última moda en cerámica, marcada por la porcelana china que con sus colores y decoración exótica gozaban de gran popularidad entre las familias más acaudaladas. A partir de ese momento, se asoció este enclave con su cerámica azul, convirtiéndose en uno de los productores más importantes de Europa.
Con una trama lineal cronológicamente y algo más de 360 páginas, la novela cuenta con una buena ambientación que nos emplaza por los diferentes escenarios donde se desarrollan los acontecimientos, en plena Edad de Oro. Se encuentra estructurada en un total de 48 capítulos de corta extensión, lo que le aporta algo de fluidez y frescura a la lectura. Su estilo narrativo es muy cuidado y su autora maneja una prosa sencilla y clara, con abundancia de diálogos y predominio de un ritmo lento. Tenemos a su protagonista principal como narradora en primera persona, lo que nos dará mayor intimismo y acceso a sus pensamientos e inquietudes. Una mujer que aparenta ser fuerte, con ambiciones, capaz de forjar su propio destino pero atormentada con los fantasmas del pasado y siendo perseguida por el infortunio una y otra vez. En esta novela aparecen tanto personajes reales como ficticios, soportando estos último todo el peso de la trama. Entre los reales destaco a Rembrandt, Nicolaes Maes o Johannes Vermeer, aunque la aparición de todos ellos es meramente anecdótica y poco o nada aportan a la historia.
Nos encontramos ante una novela que muestra el papel de la mujer en una sociedad clasista y patriarcal en la que los salarios difieren por razón de sexo. Una mujer con un papel restrictivo, obligada a aceptar los roles domésticos como su máxima vocación y sometida al yugo masculino. Pero Catrijn se va a adelantar a su tiempo, revelándose por conseguir su sueño, el de ser pintora de cerámica.
En Azul de medianoche hay cabida para el arte, las ambiciones, los desafíos, la extorsión, las huídas y las promesas incumplidas. Una historia en la que su autora nos convierte en testigos de todo el proceso de producción de la cerámica pero lo hace de manera amena, sin abrumar con excesivos detalles o técnicas que pudieran ralentizar la lectura o aburrir al lector. Confieso que lo que peor he llevado en todo momento han sido esos impronunciables nombres tanto de lugares como de personajes.
En resumen, Azul de medianoche es una novela de interesante lectura ambientada en plena Edad de Oro, entre las ciudades de Ámsterdam y Delft, la cuna de la porcelana azul holandesa. Una historia con un ritmo contenido en la que destaca la ambientación, y está salpicada con pinceladas de romanticismo y flojas dosis de intriga. Una novela muy recomendable para los amantes de este género.

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