Cuánto me gusta Simenon y qué grande es su personaje de Maigret. Una vez más deja en segundo plano el delito y la trama para deleitarnos con sus estudios sobre el individuo, sus razones y el entorno. Aquí nos sumerge en un ambiente de pueblo y nos va mostrando línea a línea lo acertado que es el dicho de "pueblo chico, infierno grande". Y de nuevo, al acabar, te mimetizas con el ánimo de Maigret y sientes ese punto de tristeza y nostalgia que él siente al acabar el caso. Pocos policías he conocido en la literatura con la empatía de este. Me ha gustado mucho, como casi siempre. |