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Lo que más me gusta de los libros de la serie del comisario Maigret es que, de alguna forma, me transportan a entornos, personajes y costumbres de mi infancia. Era una época muy diferente a la actual, con unos valores también muy diferentes que ya, sólo los más “antiguos” recordamos. Todo ello impregnado de una profunda humanidad y una forma de narrar que sabe ir al fondo de las cosas con una gran economía de palabras, dejando entrever más que expresando directamente. Sirva de ejemplo esta pequeña cita que tomo del libro: “Maigret entró en su despacho, se quitó el sombrero y la gabardina, llenó de carbón, a pesar de la suavidad del tiempo, la única estufa que todavía existía en el Quai des Orfèvreres y que tanto le había costado conservar desde que habían instalado la calefacción central”. O esta otra “La señora Maigret no llevaba reloj. Su reloj se había estropeado hacía años y nunca pensaba en llevarlo al relojero”. La trama es entretenida pero lo más importante, diría, es la mirada de Maigret/ Georges Simenon y el contexto en que se sitúa cada una de sus historias. Acabo de leer el libro en una edición francesa (Tout Maigret, tomo 5, Omnibus) pero se puede encontrar también de segunda mano en español. Desgraciadamente para los nostálgicos de Maigret, pocos de sus libros se han reeditado: no está de moda, al igual que no lo están los personajes –únicos- y la sociedad que retrata, y que ya pertenece al “mundo de ayer”, como diría Stephan Zweig. En este libro en concreto, sobre todo las referencias de las primeras páginas a la mujer del comisario, Madame Maigret, me han parecido geniales. Enlace: https://elblogdejoseplanas.w.. |
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