La Innombrable: 3

Tercer caso de la Inspectora más peleona de la policía judicial de Madrid, Manuela Mauri.

El día del décimo sexto cumpleaños del hijo de la inspectora Mauri tiene que acudir a una llamada por la aparición de una joven muerta por sobredosis. Mauri pronto descubre que esa joven se llamaba Susana, que, como su hijo, también tenía 16 años, que quería ser bióloga y que 3 meses antes fue captada en un parque público cerca de su casa por una red de prxstitución de menores.

Ya os lo confirmo, no es una lectura fácil, y no porque aparezcan escenas truculentas, no es el estilo de los autores, ya se encarga nuestra mente de imaginar el calvario por el que debió pasar Susana. Pero a la vez es una lectura ágil y la verdad que engancha, me la he leído en nada, y es pronto te conviertes en un miembro más de la brigada para trabajar a contrarreloj y reunir las pruebas suficientes para detener a los grandísimos 🤬🤬🤬 que le hicieron eso a Susana. He estado tan metida en la lectura que no puedo ni poner una pega, corta, contundente, de esos libros que te dan un revolcón de realidad, no he necesitado nada más.

Nos vamos a encontrar con una denuncia sin paliativos a una sociedad que mira a un lado ante la situación de la mujer explotada y utilizada por el hombre y donde nos invita a reflexionar planteándonos todos los puntos de vista del tema: la abolición, la prohibición, la legalización, las condenas para los clientes... Y la verdad, que teniendo en cuenta las cifras de la prostitución en España -el país con más prostíbulos de Europa-, está claro que en algo fallamos como sociedad. Porque puede que la historia de Susana sea una historia ficticia, pero cuando acabas la lectura no dejas de pensar cuántas Susanas hay detrás de los titulares “Desarticulada una red que obligaba a ejercer la prxstitución….” que cada vez aparecen más en las noticias.

Y, por último solo queda decir que como en las novelas anteriores, el título de esta novela está inspirado otro clásico de las letras, en este caso, "El innombrable", de Samuel Beckett, una alegoría a la desesperación y la impotencia humana.
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