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Cuando le dije a mi madre que me iba a comprar un libro, además de decirme que ya tenía demasiados libros, me preguntó de qué iba. le conté que la protagonista era una bailarina de ballet que hacía tratos con un demonio para triunfar. Sorprendida me dejó la tranquilidad con la que mi madre dijo que le parecía muy bien que la chica hiciera eso. ¿En serio, mamá? Pero no voy a ser hipócrita. Durante gran parte del libro solo me faltó rezar para poder pactar yo también con un ente oscuro y maligno. Un demonio chiquitito sería suficiente, tampoco soy egoísta. Tener que hacer tratos con el mismísimo Lucifer parece una minucia a cambio de conseguir todo lo que siempre has querido, ¿no? Pero igual ese es el problema. Igual el problema es que esta sociedad, este mundo, este ambiente, este universo, este lo que sea, hace que nuestros sueños parezcan en ocasiones tan inalcanzables que incluso llegamos a valorar hacer cosas que no deberíamos plantearnos siquiera. Lo terrorífico del libro deberían ser los demonios y los monstruos, pero a mí lo que de verdad me ha aterrado ha sido cómo la vida en ocasiones te exprime hasta la última gota (de sangre😉), hasta dejarte sin más salidas que acudir de rodillas y suplicante a pedir ayuda a un generoso demonio. Yo también podría ser Laurence y tú, digas lo que digas, también. |
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