Mil grullas de origami

Felipe Sérvulo, escritor español licenciado en Historia es cofundador del colectivo de escritores “El Laberinto de Ariadna” y editor del pliego de poesía del mismo nombre. Colabora en medios radiofónicos y escritos como comentarista cultural y ha publicado en revistas especializadas de literatura de América y España.

Mantiene en la blogosfera varias publicaciones de historia, arte y literatura además de ser columnista de Wall Street International Magazine, en su edición en español.

Su última obra poética es “Mil grullas de origami” y en ella expone de forma autobiográfica la relación a distancia que mantiene con su nieto de origen hispanojaponés, a quien van dedicadas las cincuenta y nueve composiciones que conforman la presente edición.

Escritos en versos libres y cortos, identificados como arte menor, los poemas se dividen en tres capítulos que siguen la estructura de un esquema narrativo en donde se representa un viaje a Japón. Es por ello que podemos encontrar los preliminares, la estancia y la despedida de forma diferenciada.

En cada una de las partes, Felipe expone sus inquietudes, emociones y anhelos ante las diferentes situaciones que se le presentan, admirando y representando siempre la belleza de cada estado y situación.

Con un acertado prólogo de Miguel Ángel González Sánchez se da inicio a una aventura poética por los recónditos estados del alma humana en donde el desamor, la melancolía, la añoranza, la nostalgia o la emoción cobran vida propia en una primera parte cargada de emoción y sentimentalismo.

Felipe declara, con un estilo sutil, sencillo y minimalista, un marcado enfrentamiento entre el presente y el pasado, lo positivo y lo negativo, el deseo y la realidad lo que le lleva a tomar a su poesía un cariz propio del romanticismo.

En cada una de las etapas, el poeta juega con las palabras, las transforma y las dota de un profundo sentimiento que consigue traspasar el papel.
Antítesis, metáforas, simbolismos y paralelismos son algunos de los recursos estilísticos de los que hace uso para conseguir llevar al lector a la catarsis.

Uno de los aspectos que más me ha gustado de la poesía de Felipe es la búsqueda de la belleza en cualquier lugar, objeto, acción o situación en la que se encuentre. Esto convierte en poesía pura la realidad, la búsqueda de la armonía, lo cotidiano.

Cada una de las composiciones se muestra cercanas al lector, si bien no por la situación que describe sino por todo aquello que plasma en cada una de sus palabras y consigue transmitir con suma facilidad a través de recuerdos de situaciones personales.

Uno de los aspectos que más se destacan en este poemario es Tokio, ciudad de la que hace múltiples referencias, especialmente en el tercer capítulo, tanto emplazamientos como gastronomía, tradiciones, léxicos e incluso situaciones habituales.
Todo ello consigue que al lector se le permita realizar un recorrido poético por Japón sintiéndose admirado por la forma en que se le transmite la esencia del país.

Otro punto que se debe señalar es el modo en que las estaciones cobran especial protagonismo y se compadecen del poeta realizando una simbiosis entre ambos. Es por ello que el invierno coincide con la época de separación, la desangelada ausencia, la fría distancia, mientras que el verano se adapta con su calor a la acogida y el bienestar del encuentro.

Sin duda alguna, “Mil grullas de origami” es un viaje nostálgico lleno de sentimiento con el que me he emocionado y me he sentido identificada en numerosas ocasiones.

Si bien es cierto que gracias a la brevedad de los poemas es una lectura que, a priori, puede parecer ligera y rápida, recomiendo que los poemas se lean pausadamente dejando reposar las palabras que, sin duda, en la pluma de Felipe, consiguen traspasar el alma del lector más insensible.