Míster Witt en el Cantón

Tal vez por eso y para mí, Ramón J. Sender fue el mejor novelista del s.XX. No soy objetivo en esta afirmación, siempre he sido un fervoroso lector del chalamerino. Rudo como el paisaje oscense. Hay muchos aspectos en su prosa que pueden chirriar, pero el engranaje es perfecto.

Por todo ello, debemos agradecer (aunque, ¿quién si no lo iba a hacer?) a la editorial de Alfonso Castán Contraseña -irreductibles del Pirineo sur- que haya comenzado a reeditar las obras, algunas, de don Ramón. Un lujo si le sumamos unas ediciones cuidadas, con portadas ilustradas ad hoc y formato ágil y coqueto. La ilustración de Alberto Gamón plasma la fuerza y profundidad de la historia.

Al lío. Un 12 de julio de 1873 se inició la sublevación cantonal en Cartagena. Este suceso le sirve a Ramón J. Sender para construir una historia a dos niveles: el levantamiento de varias ciudades contra el poder central y la relación del protagonista con los sucesos y, principalmente, con su mujer. Bajo estos dos hilos se desenvuelve la trama que ocupa el tiempo que duró la aventura republicana radical. Witt, el extranjero, el ilustrado, el civilizado, es el espectador que observa y enjuicia los acontecimientos. Aunque detrás de esa fachada pulcra, de la ‘flema' británica hay una marejada mundana: los celos. Tal vez esté resumiendo las casi cuatrocientas páginas del libro de manera banal, pero posiblemente esa sea la pasión que mueve los actos de muchos de los personajes (en diversos aspectos).
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