Por qué el agua del mar es salada

La libertad tiene un precio. En el caso de las mujeres, además, este suele ser alto. Una elevada suma de agravios en su vida privada que, si deciden que deben terminar, pasará a una acerada crítica, o a una ignorancia deliberada y cruel por parte de su entorno o, incluso, que afectará a su vida pública. Todo ello sin haber valorado aún las secuelas emocionales, esas cicatrices que habrán ido dejando los unos y los otros, que solo podrán conducirnos a la superación o a la rendición.

Por qué el agua del mar es salada (Contraseña, 2022), de Brigitte Schwaiger conforma un monólogo desgarrador, en el que el lector cae prisionero hasta la última página. En él, la protagonista se va disolviendo como mujer, y como individuo, a medida que se convierte en la esposa de, y se ve sometida a una violencia doméstica cada vez más extrema, pero, aparecentemente, normalizada. Como si todo ello fuera poco, en su recuerdo se mantiene vivo el recuerdo de su familia fascista, que el marido perpetúa con su ejemplar de Mi lucha en el desván.

Aunque nuestra protagonista se rebela contra el orden establecido, al igual que, su día, hizo la propia autora, enfrentándose a su comunidad y viviendo su sueño, al menos, durante un tiempo, de dedicar su existencia a las artes. Decisión compleja y que no le permitió ahuyentar por completo los fantasmas del pasado, que, finalmente, la alcanzaron, llevándola por un calvario de psiquiátricos hasta finalizar sus días en las aguas del Danubio.
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