La habitación de invitados

En un mercado sobresaturado de thrillers psicológicos resulta un poco atrevido calificar uno como “el mejor thriller que leerás este año” ya que, si ya resulta difícil destacar (ya sea por la originalidad de la premisa, sus personajes o la estructura narrativa), mucho más lo es merecer ese calificativo. Y “La habitación de invitados”, aunque tiene algunos elementos interesantes y consigue mantener el interés hasta el final, en mi opinión, está lejos de ser esa novela redonda que promete la contraportada.

Lisa no puede creer su suerte cuando alquila una habitación en una casa magnífica. Sus caseros, Martha y Jack, con los que compartirá la casa, parecen la pareja ideal. El sueño se rompe cuando encuentra en su habitación la nota de suicidio del anterior inquilino, pero Martha y Jack niegan que la habitación estuviese ocupada. Una serie de extraños acontecimientos llevarán a Lisa a cuestionarse su propia cordura en su búsqueda de la verdad.

El aspecto más destacable de la novela es esa atmósfera turbia y retorcida que consigue crear, exacerbada al tratarse de situaciones de lo más cotidianas, lo que provoca en el lector esa sensación de peligro inminente, de que algo malo podría pasar en cualquier momento. Aunque ese ambiente oscuro prometía mucho, creo que no se aprovechó del todo, ya que no es prácticamente hasta el final cuando llega ese momento que llevabas esperando toda la historia. Quizás fue por la expectativas creadas, pero la resolución me resultó un poco descafeinada ya que, algunos de los
giros empleados son habituales en el género.

El otro problema que encontré con el final es que demuestra que el conflicto principal de la historia podría haberse resuelto fácilmente con una simple conversación.

Lisa, la protagonista, está marcada por las cicatrices de su pasado, tanto físicas como emocionales, cicatrices que se reabrirán una vez se instale en su nuevo domicilio. El no saber cuál es ese pasado hace que a veces resulte un poco cabezota, siendo difícil comprender algunos de sus comportamientos. A medida que su estabilidad mental se va deteriorando, lo va haciendo también la confianza del lector en ella y sus recuerdos. ¿Hasta qué punto es real y no producto de su imaginación?

Aunque puede resultar un poco predecible, la historia logra mantener el suspense hasta el final, haciendo que la lectura resulte ágil y entretenida.