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Hablar del Marqués, del Divino Marqués, no es fácil: adulterio, violación, homosexualidad, sodomía, incesto, pederastia, coprofilia y ateísmo son algunos de los temas que salen a relucir en esta obra, pero no me cabe duda de que lo más complicado de comprender (más no de leer), es su filosofía: la filosofía del libertad llevada al límite. El Marqués es uno de esos autores que no se puede separar de su contexto. Esta novela, escrita a manera de representación teatral, nos lo confirma. Publicada en 1795, un año después de que terminara el famoso periodo francés llamado "El Terror", esta obra nos invita a reflexionar sobre los conceptos de libertad e igualdad; sobre la verdadera naturaleza del ser humano; nos muestra la hipocresía de la sociedad; y por último, pone a prueba nuestra moral. El argumento es sencillo: Eugénie (Eugenia), una joven virgen que recientemente sale de un convento de monjas es iniciada en los actos sexuales por un grupo de libertinos cuyas filias van desde lo más salvaje (sadismo) hasta lo más inmoral (pederastia). Sin embargo, detenernos únicamente en el aspecto sexual de la obra sería como castrar a todos los personajes y dejar el texto en un mero folleto pornográfico, lo interesante del marqués es su filosofía, filosofía que asienta las bases para los actos descritos. Este texto tiene como eje central la búsqueda de la naturaleza humana, pero naturaleza condensada en su estado más puro ¿Qué implica esto? Por lo menos para Donatien, la naturaleza más pura del humano es la búsqueda del placer por medio del egoísmo, el individualismo y el placer. Si bien para el Marqués "la esencia aún precede la existencia", para él, esa esencia carece de valor religioso, de cierta manera antecede al pensamiento darwiniano y acepta que el humano es un animal como cualquier otro y arremete contra la idea de Dios y la religión. Si bien estas cavilaciones se desarrollan a lo largo de la obra, no adquieren fuerza sino hasta el sexto apartado, en el famoso folleto "FRANCESES UN ESFUERZO MAS SI QUERÉIS SER REPUBLICANOS", donde arremete contra la iglesia e invita a sus compatriotas a deshacerse de esta institución, pues intuye que si la mantienen volverá la (oscura) monarquía. Durante este apartado, Sade dice que la verdadera república debe ser "laica" y crear una moral basada en la razón y no en la religión, antepone al ser humano antes que la religión y propone burlarse de aquellos creyentes que impiden el florecer de su naturaleza debido a la aprehensión de la moral cristiana la cual, y siento que esto es lo más importante, está completamente desfasada con el clima de la época... Sade es un visionario (no sólo por algunos actos sexuales que narra) porque se dio cuenta de que la sociedad ha evolucionado pero también frenado debido a sus cadenas conservadoras, cadenas en el ámbito sexual, religioso/moral y social, de cierta manera el Divino Marqués propone una reforma en todos los sentidos para poder abrazar una libertad nueva nunca antes vista, pero ¿Acaso estaba lista la sociedad para aquella reforma? ¿Estamos hoy en día preparados para aquella reforma? Creo que la respuesta es no: no mientras sigamos viviendo detrás de apariencias y no mostremos nuestra naturaleza; no mientras sigamos juzgando la sexualidad de los demás; no mientras creamos que la moral es algo dado del cielo y no del intelecto. Somos responsables de nuestros actos, y esto lo dice Sade en el apartado sobre el asesinato y la pena de muerte, un crimen tan atroz que el responsable de dicho acto debe asumir sus consecuencias, ya sea la venganza de los injuriados o su propio arrepentimiento. Sí, Sade nos invita a actuar como seres de la naturaleza, pero no por eso como seres irracionales. Nos invita al goce y al placer, pero también al justo pago de lo que sea que hagamos, Sade nos obliga a ser reflexionar y pensar ¿Qué es la verdadera libertad? Así que retomando esa pregunta, me pregunto ¿Somos libres o tenemos que ser educados por los maestros inmorales, tal y como le paso a Eugenia? |
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