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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
09 December 2018
En Perro ladrando a su amo se nos dibuja un panorama un tanto desolador. La radiografía social realizada por Javier Sachez nos sitúa a pie de calle, en un universo urbano donde la violencia, la marginación social, la xenofobia, la soledad y, sobre todo, el odio y el desprecio por la raza humana nos van descarnando, separándonos de las partes duras para adentrarnos en lo sensible, afinando nuestros sentidos e impidiéndonos mirar hacia otro lado.

Comenzamos con Casilda, una anciana que ha recibido todos los palos que le puede dar la vida: los de su marido, los de la desesperanza, los de sus vecinos, los de su demencia... todos los golpes le han marcado y le han dejado huellas y secuelas tanto físicas como espirituales. Como uno solo muere cuando le llega su hora, la vida y la esperanza no dejan de sondearle para reencontrar un sentido a su vida, un anhelo que solo con la demencia y el olvido se puede encauzar para esperar lo imposible, consiguiendo con ello la vitalidad suficiente para sobrevivir un día más en su devastada vida.

Fermín, el Sapo, es un escayolista en paro reconvertido en vendedor de seguros. También es revendedor de entradas de fútbol en su tiempo libre, actividad que le ha unido a un grupo de personas en el que la violencia está justificada en defensa de unos idearios xenófobos y radicales que llenan las horas y los espacios de que están compuestos sus vidas. Están organizados en una tribu urbana en la que la violencia y los abusos intentan justificar o llenar de alguna manera sus almas vacías y aburridas.

Eduardo, universitario, es afín al grupo de Fermín. No es ajeno a las complejas energías que pululan por su barrio, pues en él se concentran todas las desesperanzas, miedos y desconsuelos que emanan de esos escenarios, generándole una cólera y una ira contenidas que le anulan e imposibilitan para unos razonamientos inteligentes y serenos.

En Perro ladrando a su amo vemos cómo estos personajes confluyen en una serie de energías y sinergias conjuntas que modelan y validan la convivencia entre los vecinos, siendo nosotros partícipes de su descomposición, caída y resurgimiento, pues de alguna manera todos ellos necesitan congregar algún tipo de esperanza para creer que pueden salir de su aislamiento social y moral.

Una vez sumergido en el caleidoscopio creado por José Sachez, el lector intuye que concebir esperanzas en la resurrección o reconstrucción de nuestros personajes va a suponer una empresa inútil e infecunda, pues el ambiente está impregnado de una atmósfera enranciada donde todos los vecinos se excluyen y se aíslan, y los buenos días son sustituidos por la violencia y la ira resentida. En este ambiente pocos cuentos de hadas podemos componer pues, miremos donde miremos, la negatividad y la insolidaridad cubren como una sombra la vida de todos ellos.

El autor ha metido en esta novela corta tantos temas y desconsuelos que los personajes se diluyen, perdiendo con ello parte de su definición. El hecho de que tantos dramas y pesares (maltrato, pobreza, vejez, demencia, desahucio...) se concentren en unos hombros tan frágiles como los de Casilda nos lleva de la empatía a la desesperanza y del desconsuelo a la impasibilidad, pues a lo largo de la lectura el lector debe anestesiarse de alguna manera para encajar todos los golpes que vienen y vendrán.

Con los demás personajes sucede más o menos lo mismo. La deshumanización y la violencia son el código por el que se comunican, todos dan y reciben en mayor o menor medida, y es muy difícil enrolarse con unos u otros porque todos participan de lo mismo. Aquí el lector también debe alejarse para mirarlo todo con perspectiva y distancia, dejándoles hacer sin importarle sus cómos ni sus porqués.

Javier Sachez quiere decir demasiadas cosas en poco espacio, y se solapan unos temas con otros reduciendo los tiempos para poder asimilar los diferentes dramas. Con todo esto no quiero decir que la novela te deje indiferente, todo lo contrario, pues en ella se concentra toda la actualidad que envuelve nuestros días, pero una servidora tiene el alma sensible y necesita más un goteo que un canalón para que le calen y recalen todos los sentimientos.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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