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Últimamente me estoy negando a leer las sinopsis de los libros que me llaman la atención porque muchas veces terminan destripándome las historias, pero lo que ha hecho Sajalín Editores con «Flores extrañas» me ha parecido superingenioso. Digamos que cuando lo empecé esperaba encontrarme con un thriller con tintes costumbristas y, sorpresa, no me pude equivocar más. En este libro conocemos a Paddy y Kit Gladney, un matrimonio que vive en un pueblo irlandés y que lleva una vida de lo más humilde y sin sobresaltos. Pero todo cambia cuando su única hija desaparece de forma inesperada. Lo único que saben sus padres es que la última vez que alguien la vio, se estaba dirigiendo a Dublín. Y hasta ahí puedo contarles porque creo que si me sigo extendiendo terminaría yéndome de la lengua y no quiero que pierdan la oportunidad de experimentar lo mismo que yo. Esa sorpresa. La historia transcurre en la década de los 70 y nos adentramos en esa Irlanda rural tan hermética, donde si no sigues al rebaño te conviertes en un repudiado. La jerarquía de clases está muy presente. Desde la primera página te queda claro quiénes son los que están arriba y quiénes los que están abajo. Tengamos en cuenta que la trama principal transcurre en un pueblo muy pequeño y el contraste con la gran ciudad es abismal, sobre todo porque parece que todo acontece más despacio. La vida de los vecinos gira en torno a tres cosas: la agricultura, la ganadería y la iglesia. Es más, la religión juega un papel tan fundamental en este libro que los personajes tienen una fe cristiana que llega a abrumar un poco, pero tenemos que entender que es lo normal debido a la época y al lugar. Otros temas importantes que se abordan son el racismo y la sexualidad. En cuanto al primero, somos testigos de lo que todos se pueden imaginar: prejuicios y ataques tanto físicos como verbales a la gente negra. Me habría gustado que el autor hubiera profundizado más en ello, creo que habría sido muy interesante porque la historia está contada desde diferentes puntos de vista. Pero en lo que sí profundiza es en el tema de la sexualidad. Cómo en esa época estaba tan mal visto que te sintieses atraído hacia alguien de tu mismo sexo y tenías que vivir con miedo y vergüenza. ¡Con lo bonito que es el amor! Y no me refiero solamente al amor romántico, sino al amor familiar. En ese sentido este libro está escrito con tanta sensibilidad que me pareció precioso. Esta es la quinta novela de Donal Ryan y, sinceramente, tengo claro que leeré sus demás libros porque este me ha dejado con muy buen sabor de boca. |
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