El hombre hembra

Comencé la lectura de este libro casi a ciegas. Sabía que era un clásico de la literatura de ciencia ficción feminista, y poco más…

Las primeras páginas hacen una de las descripciones más bellas que he leído sobre los viajes en el tiempo. Bella y aterradora. Los viajes en el tiempo son como una trenza de diversos pasados y futuros. El tiempo no conoce de rectas. Cada viaje abre una puerta a otra posibilidad de la realidad. Estoy parafraseando de manera burda esa descripción, y ni de broma se acerca a la que nos entrega Russ.

Después llega una historia que confunde, a la que es difícil seguir el hilo. Voces de cuatro, o tal vez cinco mujeres (entre ellas la de la propia autora), se confunden, se mezclan. A veces parece que los viajes no son físicos, que son espirituales, que una mujer vive dentro de la otra. Otras veces parece que no es así. Los escenarios también son difusos. Vamos de un lugar a otro, de una situación a otra, de una voz a otra. Mi recomendación: dejarse llevar y poner toda la atención a las ideas, a las emociones; abrazar la confusión, degustarla a sorbos pequeños.

Un ensayo que se vale de elementos de ciencia ficción para manifestar todas aquellas tragedias, dolores e incomprensión a la que se ha sometido a las mujeres. El hombre hembra es un ensayo feminista que recurre a la ficción, a las posibilidades que ella ofrece, para estrujar la desigualdad, para dar voz.

En este libro no hay sutilezas. Hay imágenes duras, voces severas, momentos desgarradores pero reales, reales ahora y reales en la década de los setentas, cuando el libro fue publicado. Voces contrapunteadas que se suman a la compleja tarea de definir qué es la feminidad. Somos biología, pero también somos experiencia, vivencias, somos nuestro entorno, nuestro tiempo, nuestra sociedad y costumbres. En el libro las experiencias de cada voz ponen encima de la mesa esas cosas que nos duelen, que nos denigran, que parecen no tener fin.

Sociedades futuras en las que no existen los hombres; sociedades en las que hombres y mujeres viven separados y en tensión permanente. Viajaremos a futuros alternativos extremos para reconocer los problemas de género a los que nos enfrentamos en este, para poner el dedo, la mano y todo el brazo en la enorme llaga.

La escritura de Joanna Russ es intensa, increíble. Perdí el hilo de la historia mil veces, pero la intensión jamás. Sabe exactamente hacia dónde llevarnos y lo hace por medio de un lenguaje para enmarcar y una visión única.

Mensaje alto y claro, maestra Russ.

Los libros, las historias e ideas que guardan en sus páginas, siempre han sido las auténticas máquinas del tiempo.

El hombre hembra me regaló uno de los finales más bellos que yo haya leído. Un final con una carga emocional enorme, un final que alude a la esperanza, y a la que cualquier lector, y particularmente las lectoras de este presente (que es su futuro), desearíamos poder dar la mejor respuesta.

Llegará el día en que la gente te lea solo para reírse, librito. Llegará ese día.