El hombre sin rostro

La acción nos sitúa a principios del siglo XX, un marco que se las prometía de moderno y tecnológico. Este siglo dejaba atrás el ambiente decimonónico heredado y encaraba un tiempo de novedades.
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Es en este momento cuando acaece una muerte, aparentemente accidental, de un profesor en el museo de Historia Natural.
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La trama de investigación ( y más asesinatos que se irán produciendo) se va sucediendo de manera lineal en un tiempo presente, dándonos pistas y descubriendo detalles que nos harán llegar a una conclusión: todos los asesinados tienen una cosa común, no son crímenes al azar.
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Me ha gustado mucho cómo el autor ha recreado el ambiente de las escenas, si bien es cierto que a los "correcaminos" de lectores no les agradará mucho. Yo he disfrutado situándome en el andén de la estación, en la frenética actividad de la redacción del periódico o sintiendo el sofocante calor de la selva. Tal vez algunas personas piensen que esas descripciones hacen lenta la acción, posiblemente sea así, pero a mí me encanta sentirme parte del decorado.
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Los personajes geniales, sobre todo Arce, que se erige como claro protagonista, un poco alelado, con delirios de grandeza; o Irene Fo, una empoderada de la época. Muchas gracias me ha hecho Nabucodonosor Orlok (un criado vampiro) y Homero Lobo ( un fraude periodístico).
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Con un estilo general divertido en los diálogos o en la comicidad de las escenas, el autor hace que desfilemos por la novela en busca de ese desenlace que poco a poco vamos intuyendo.
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Sinceramente, me ha gustado la historia y el desarrollo, y la edición me parece muy acertada en cuanto a diseño de portada y capítulos cortos. Sin duda, una obra de entretenimiento con clase.