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Esta es una reseña que me va a costar hacer, ya que se trata de un libro de un género que no sé muy bien cómo clasificar... Lo que si sé es que no estoy acostumbrada a leer este tipo de libros y quizás por ello no los disfruto igual que alguien muy acostumbrado a hacerlo. Una vez dicho esto debo confesar que me lo leí de una tacada. Es cierto que son sólo 82 páginas, pero aún así me atrapó desde el primer momento. La primera parte está escrita desde el punto de vista de una niña que perdió a su padre al poco de nacer y que por tanto no llegó a conocer, pero esto no implica que no pueda tener esa sensación de pérdida, de ausencia que tanto nos afecta a todos. Esta parte nos cuenta cómo se desarrolla su infancia y cómo cada persona va superando la pérdida de la mejor manera que puede... Algunos se refugian en el trabajo, otros se aíslan por completo del mundo, otros tienen miedo a quedarse solos y a que las cosas cambien... Y todas las formas son válidas para cada una de esas personas. La segunda parte es la más difícil de leer y en la que te das cuenta de cómo el punto de vista de cada historia importa y mucho, porque no es lo mismo lo que se vive desde fuera a lo que vive cada persona y sus sentimientos... Es cierto que es la más fantástica por motivos obvios (que no voy a revelar porque quiero que lo descubráis vosotros mismos), pero también es la que más me hizo reflexionar. La tercera parte es la conclusión lógica y el cierre que nuestra protagonista le da a su pasado, cómo le pone cara al padre que nunca conoció, cómo está durante años informándose de lo que ocurrió, para al final dar un cierre a todo ello. Una de las cosas que más me ha gustado de esta historia es cómo van introduciendo frases del informe del accidente en medio de la narración, esto te hace querer seguir leyendo e incluso después buscar información de los protagonistas y de lo que ocurrió. |
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