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Una historia llena de magia, maravillosa para quienes amamos las tierras irlandesas, la cultura celta, y los Tuatha de Danann. Reconozco que el principio me ha gustado un poco menos que el primer libro, sobre todo porque repite los mismos hechos que la anterior novela solo que desde la perspectiva de Alana. Comprendo que es necesario para poder entender cómo se forja la relación entre Alana y Lugh, y también, que es maravilloso volver a "ver" a Diana y Elatha, pero estaba deseando llegar a la parte nueva de la historia, que no me ha defraudado ni un poquito. En esta ocasión, la autora no se detiene demasiado en descripciones ya sea del mundo real como del mundo mágico, en los que se desarrolla la acción, y hace más bien hincapié en ayudarnos a conocer a los protagonistas, cómo son, qué piensan, qué los mueve... Lo que nos permite descubrir que detrás de la arrogancia de Lugh, dios del Sol, hay vulnerabilidad, tristeza, delicadeza y ternura; y detrás de Alana, además de ciertos secretos que provocan un cambio en la historia, hay miedos, lealtad, un amor incondicional, y valor. Me encanta cómo Adriana sabe dotar de profundidad a los personajes sin que pierdan su esencia (más aún cuando esa esencia es la de un dios). Desde el inicio, parece que el romance entre los dos protagonistas va a ser fácil, puesto que ambos sienten una atracción irresistible, y siendo uno de ellos un dios, nos da la sensación de que el destino ha sido sellado. Sin embargo, aunque el narrador es de tercera persona, nos comparte en todo momento las maquinaciones y las traiciones de Alana. Ella y nosotros sabemos lo que va a pasar, incluso en ocasiones de antemano, pero Lugh no, y eso nos da cierta ventaja sobre él que hace que lo miremos con otros ojos y nos preguntemos si será capaz de afrontarlo todo, de aceptarlo cuando lo descubra, y de perdonarlo. No es un romance pacífico, sino más bien turbulento, dada la intensidad de los sentimientos que hay por medio, pero lleno también de exquisitos momentos de ternura -como el de las luciérnagas en el bosque... a mí también me encantaría que me sedujeran con magia (suspiro)-. Los dos protagonistas te enamoran, como lo hacen también los secundarios: Eli, la hermana de Alana, o Taran, que vuelve a salir al final y que sigue estremeciendo el dolor que lo envuelve. Me encantaría una historia entre estos dos personajes, creo que la dulzura de ella podría curar la tristeza de él. El estilo de Adriana es cuidado, fluido, envolvente... realmente te da la sensación de entrar en un mundo mágico donde todo es posible; te dan ganas de viajar a Irlanda y observar a sus gentes, para ver si detectas entre ellos algún signo de fomorianos, danianos o milesianos. Tan bien trabada está la novela, que no te parece que te introduzca en un mundo de fantasía, sino en uno muy real. Espero con muchas ganas la tercera parte, y recomiendo la trilogía al 100%. |
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