El caballero del alba

Nada mejor que un viernes para hablar de un libro terrorífico.
Hay otra razón, preveo que siendo sábado mañana, el número de testigos de mi roacidio sea menor.

Aquellos que creen que por ser uno de mis autores intocables tendré hacia él un trato de favor, están en lo cierto.

Así que sin paños calientes, Sebastián, por las muchas páginas que me hiciste feliz y por el tatuaje que la señora Pergamino tiene en sus nalgas con tu nombre me dispongo, desde la honestidad, a salvar tu honor.

La mejor forma de hacerlo, es rogar a cualquier interesado en leer al aragonés que no empiece por este libro, que lo ignoren, pues se llevarán una idea errónea de su talento. A los asiduos, diga lo que diga, no podré convencerlos.

El caballero del alba pretende ser una novela histórica basada en la leyenda de los amantes de Teruel (tonta ella, tonto él) y digo bien pretende, porque Roa se olvida de Isabel.

El error parte de enfocar la historia con su protagonista como narrador único, no dando lugar a otras tramas y subtramas que tanto gustan en sus otros trabajos.
El autor cierra todas sus posibilidades desde el inicio al ser un relato contado a un escribano para que lo transcriba.
La lógica, por tanto, obliga a que solo se puedan narrar los hechos que vive en primera persona.
Con ello, las cuentas no salen. Falta una amante.

La mezcla de novela histórica, leyenda y aventuras no le sale, convirtiendo su tejido argumental en un desastre.

No Roa, no. No se puede ser riguroso y muy exacto en los hechos reales, y cagarla en las licencias con escenas poco creíbles como el puñetero asalto al castillo, o como el asunto de la estelar aparición de un personaje ligado a Beatriz (por cierto, muy buen personaje hasta entonces) que además de disparatado es absolutamente innecesario.

Ritmo y tensión narrativa: rotura constante, larga cabalgada hasta llegar a la batalla de las Navas de Tolosa. Bien ejecutada, sí, pero lejísimos de la que nos ofreció años después en la última entrega de su trilogía almohade, " Las cadenas del destino"

Nueva eterna galopanda hasta Muret, Francia, donde no nos ahorra un solo kilómetro, perdón legua, trocotro, trocotro, para conocer el destino de Pedro II de Aragón, cuestión muy interesante pero que de nada sirve al propósito de Diego ni a la trama.

Repite esta fórmula, dando descanso a un agotado caballo (y lector) viajando a Baleares (la peor parte del libro por su poca credibilidad) y a Jerusalén.
Toda la acción se diluye en los paseitos...
El vinoooo en un baaaarcooo...

Es en tierra santa con la aparición de los almogavares donde el autor está mejor, aunque no puedo perdonar que en el texto aparezca el grito de estos guerreros como " despierta hierro"

"desperta ferro" sólo tolera un pie de página querido Roa, más siendo usted de Teruel.

La base histórica es aseada, salvo el anacronismo citado, no hay errores. Incluso muy interesante, pero sinceramente no pintan nada en la leyenda.

Y claro, como el texto está de inicio mal construido y conociendo de antemano como acaban los tortolitos de Teruel...soy muy consciente en el último tramo que por joder, jode la propia leyenda haciéndola más boba de lo necesario.

Como conjunto, la obra es muy floja, pero he de reconocer que en lo meramente histórico me entretuvo (ojo, puedo pasar días viendo volar una mosca con lanza)

En batallas y escaramuzas apuntaba maneras, en lo demás...
¡¡Cómo hemos cambiado!!

Finalmente en su defensa...

¡Nada!

Eso sí, es un escritor como la copa de un pino.