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Con la profundidad y la elegancia que demuestra siempre su escritura, la autora regala una historia de amor llena de matices entre un periodista y una chica universitaria musulmana que quedan atrapados en un edificio en ruinas sin comida, con poca agua, pero con todo el tiempo del mundo para conversar y conocerse. El relato se centra en la riqueza de esa historia de amor, pero también aterriza en las diferencias que afloran en el curso natural de este romance al proceder los protagonistas de mundos tan dispares. La novela refleja los padecimientos de las mujeres sometidas a reglas estrictas y obligadas a dejar de lado sus deseos. Uno de los mensajes que subyace de principio a fin en la novela es, sin duda, el amor como motor que mueve el mundo. No solo en su faceta romántica, sino en todas las que se muestra. El amor a la tierra de uno, el amor familiar, el amor a la profesión... en cualquiera de sus formas, el amor se presenta como un elemento transformador que hace que no vuelvas a ser el mismo. El amor sublime que entre ruinas y dolor surge entre Salma y Álvaro es tan fuerte que hará tambalear todos los paradigmas y los conducirá a experimentar pasiones y peligros que los llevan a poner incluso en juego sus vidas. |
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