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El chico de la piel de cerdo y otros relatos que jamás deberías leer es un libro de cuentos de miedo que siento que se dirige, quizá, a un público no tan adentrado en el género o que no tenga ganas de quedarse dándoles muchas vueltas y sin sueño por la noche. Si bien, de los doce cuentos que se muestran, la mayoría son buenos a secas, y hay dos o tres un poco más memorables, a la mayoría les hace falta un poco más de trabajo, ya sea porque son muy redundantes, porque tratan de explicar las cosas de una manera innecesaria que no aporta nada a la historia ni a la narrativa *cof*loshuéspedes*cof*, ya sea porque no termina de quedar en claro lo que pasa al final (recordemos que hablamos de terror, no de fantástico), o porque toman demasiado tiempo en explicar la rutina del protagonista sin que vaya a ser relevante después. Además, también están los imperdonables errores que cualquiera puede tener cuando, al estar escribiendo en word pones algo y decides que va a quedar mejor de otra manera, pero no borras todo lo que ibas a cambiar; tres o cuatro veces me encontré con errores de ese tipo, por lo que podría pensar que se escribieron a la carrera y que la autora no volvió a leerlos antes de mandarlos a la editorial, y que tampoco el corrector de Planeta debió prestarles mucha atención durante sus revisiones. Pero no todo es malo, para nada, de hecho me gustaron la mayoría de los cuentos, algunos quizá con partes que cortaría, pero la idea principal me gustó y pude disfrutarla; de hecho, mi favorita es, precisamente, la historia principal del libro, la de Billy el Raro, pues aunque algunos de los poemas que aparecen entre los cuentos no están tan bien logrados como otros, es atractiva la idea de ir dejando pistas a lo largo del libro para que no sea solo un libro de cuentos, sino que, poco a poco, se vaya dirigiendo al lector hacia un solo lugar, al cuento final, que también es el más grotesco de todos por algunas escenas. Otro punto fuerte del libro, y gracias al cuál pude disfrutarlo más fueron las ilustraciones, pues soy muy fan de los dibujos que acompañen la lectura (por infantil que esto pueda sonar a veces) y con estos, si bien, a la editorial le importó muy poco que el texto estuviera limpio, podemos ver que el apartado de diseño sí fue cuidado con más esmero. De manera general, es un cuentario que me gustó, que recomendaría a alguien que no sea fan tan asiduo del terror y que tiene cuentos que incluso pueden leérsele a los niños sin problema, aunque no creo que todos. Durante todo el libro se van haciendo pequeños guiños al cuento final, por lo que se va conduciendo al lector poco a poco, y es visualmente atractivo. Creo que habría sido ideal un aumento gradual en la intensidad de las narraciones, para hacer más amena la lectura y menos abrupta la llegada de los dos últimos relatos, y dedicar un poco (o un mucho) más de trabajo en algunos cuentos que tratan de justificar el hecho aterrador de alguna manera; llegan al clímax y salen de él triunfantes, y luego dan paso a reflexiones que ya no vienen tanto al caso. El libro está cool, la lectura it's okey. No es algo para darle muchas vueltas ni para quedarse despierto toda la noche. |
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