Olor a rosas invisibles

Un precioso relato corto, con un título llamativo y de una aclamada escritora, imposible dejar de leerlo.

Tenemos a los dos protagonistas esenciales, ambos, burgueses acomodados, que se conocieron siendo muy jóvenes en un viaje por el Nilo.
El personaje masculino, Luis C. Campos C. que será llamado Luicé , ahora, un hombre de negocios influyente, felizmente casado, con hijos y nietos y esperando la jubilación.
Ella, Eloísa, una mujer que fue un amor de juventud de Luicé, convertida en la actualidad en gratos recuerdos de Luicé en sus conversaciones con los amigos. Ella también, felizmente casada y con una hija.
Sin embargo, no pierden el contacto ya que, en determinadas ocasiones, se comunican y se cuentan sus vidas con respeto y cortesía, ella desde Suiza y él desde Colombia.

También existe un narrador que será el encargado de recoger y referir lo que sabe de ellos a través de sus conversaciones con el amigo, muy interesado por todo lo que cuenta y del que siempre intenta conseguir la máxima información e incluso añade su particular visión sobre la relación entre Luicé y Eloísa.

En relación a la historia relatada, habrá un momento de búsqueda por revivir un pasado, que ya fue y que ya no existe.
Una especie de idealización de la juventud ante el camino hacia la vejez que llega implacable.
Motivo esencial para la realización de un viaje y una reunión en la que ya nada será lo mismo a lo soñado, ni tendrá nada que ver con aquellos tiempos pasados de la juventud.

¿Y el título,? maravilloso título que no puedo dejar de comentar, ese olor a rosas invisibles, nos lleva por el camino de aquellos recuerdos que persisten en nuestra memoria como rosas invisibles.

Hay un momento en la narración donde el narrador, que no es otro que el fiel amigo del protagonista, se refiere de esta forma en su evocación hacia Eloísa : “Yo, que siempre encontré más real el olor a rosas invisibles que las rosas mismas”
Me parece que ese olor nos invade y se nos hace irresistible no caer en él.

Y todo ello narrado con el gran estilo de la autora, elegante, sensual, cercano, además están presentes la ironía e incluso el humor. Resulta absolutamente admirable que con tan pocas palabras, nos diga tanto. Una narradora exquisita.

Este relato me ha recordado a una película de hace ya bastantes años, que quedó en mi memoria, sin lugar a dudas, porque el tema es precisamente un recuerdo que permanece entre dos personas que se conocieron y amaron durante la segunda guerra mundial.
Después de muchos años, se reencuentran y a pesar del deseo de ambos, ya no existe nada.
Esta película es Plenty , protagonizada por Meryl Steep y Sam Neill. Con la salvedad de que entre ellos sigue perviviendo el amor, mientras que en el relato de Laura Restrepo , ya no queda nada de aquel tiempo que estuvieron juntos, no hay amor, solo pervive el recuerdo de una juventud que se ha ido, queda solo una relación amistosa. Por supuesto, hay una diferencia sustancial.

La nostalgia es un sentimiento que puede llamar a nuestra puerta en cualquier momento y pedirnos que le demos paso. La nostalgia parece alimentarse de una sustancia muy concreta, días, años, lustros, a más vida vivida más éxito puede alcanzar el hecho nostálgico.

Cuanto mayor sea el tiempo transcurrido, el tiempo pasado, el tiempo de aquello, más nostalgia, más recuerdos de juventud imponiéndose impaciente por tomar un tren que nos pueda devolver a la estación de partida.

Nos lo cuenta de un modo bellísimo Antonio Vega en su canción, días que no volverán y nos lo dijo Marlene Dietrich, magistralmente, en la película Encubridora de Fritz Lang con la bellísima y nostálgica frase: “si pudieras marcharte ahora y volver hace diez años..”

La nostalgia es, sobre todo, un tiempo de juventud, mezclada, generalmente, con sentimientos amorosos. La nostalgia queda en nosotros, muy a menudo, como un paraíso, al que si queremos, siempre es posible volver.

La nostalgia, ese mundo que solemos hinchar hasta agotarnos, no siempre cumple tanto como promete, pero siempre nos anima a hacer una tournée rememorativa de lo que nos gusta pensar que han sido los mejores años de nuestra vida.

No puedo terminar sin añadir mi gratitud y agradecimiento a nuestra compañera lectora marenpergamino, que me ha recordado que no lo dejara pasar y cuya lectura ha sido extraordinaria.