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«Donde hay queso, siempre hay ratones»Una vez más se demuestra que la realidad supera a la ficción. Este libro es una investigación periodística sobre el Robo del Códice Calixtino de la Catedral de Santiago en el año 2011. Los que recordamos el suceso sabemos como acabó. Tras un año de búsqueda, el valiosísimo libro, patrimonio histórico, una obra de arte con 900 años de antigüedad, apareció en un garaje del ex-electricista de la catedral envuelto en plásticos. No lo robó por ningún motivo mundano. Lo había "cogido" como venganza personal contra el Dean jefe del cabildo catedralicio. Eso si, durante unos 20 años había "sisado" nada menos que unos 2.000.000 de euros como mínimo (si, han leído bien) de los "cepillos" de las limonas sin que nadie lo denunciara ni se tomaran medidas contra el expolio del dinero que inocentemente los peregrinos, creyentes o turistas dejaban cada día en el complejo...y que todo indica que no era el único en hacer, de ahí su sentimiento de impunidad.El libro va desgranando un mundo diferente y aparte al que los demás ciudadanos conocemos. Un mundo cerrado, medieval, con leyes propias, ley del silencio e impunidad.Es más, si esto lo pilla Dan Brown podría haber escrito otro best-seller, una especie de El Código Santiago, y le hubiera quedado muy parecido a su famosa novela.Respecto al libro en si, es un estilo periodístico ligeramente novelado, reconstrucción de los hechos a partir de los atestados policiales y los documentos del juicio posterior. Quizás le sobre sensacionalismo, velados apuntes escabrosos que no concreta por falta de pruebas pero que deja en el aire cierto tufo amarillo. Porque la realidad es que solo fue juzgado y condenado el electricista, hombre taimado, cerrado, beato, con evidentes problemas psicológicos y uno más de la fauna de personas con evidentes problemas de debilidad mental que poblaban ese mundo.Nadie más fue denunciado ni juzgado.El tupido velo cayó de nuevo sobre ese mundo. La edad media volvió de nuevo a extender su capa de magia, misticismo y "lo que pasa en la catedral, se queda en la catedral".Solo un apunte final, para ser justos, a partir de este suceso tan mediático y que destapó muchas, muchísimas vergüenzas, nos cuentan que las cosas han cambiado. Que hay una gestión más profesional tanto del patrimonio histórico como del dinero que circula y que ahora está todo controlado. Y es que como dijo a la policía el "jefe" de la catedral respecto a los robos de dinero y su inacción para remediarlo: "Esto está lleno de queso, y donde hay queso hay ratones"...pues habrá que poner ratoneras, digo yo.
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