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Crítica de MarioG17


MarioG17
31 December 2021
Suele decirse, y con razón, que ante las grandes decisiones de la vida hagamos siempre lo que nosotros sintamos que debamos hacer. Si sale mal y nos arrepentimos de lo ocurrido, que al menos lo hayamos decidido nosotros, no otros, porque luego duele mucho que un suceso condene tu vida y que, encima, lo hayan decidido otros por ti.
Candela, la protagonista de Casa cerrada (Baile del sol, 2021), es una víctima de las decisiones y los consejos de los demás, de esos que sientan cátedra. Está casada con (y cansada de) Emilio, que padece alzhéimer, pero ya no lo soporta. No está cómoda con él por las cosas que hace y dice, aunque siente pena, y decide vender la casa. Sin embargo, este acontecimiento desata un conflicto entre Candela y los hermanos de Emilio, que acuden raudos como buitres a hacerse con los bienes que le corresponden a su hermano, indefenso ante la enfermedad. O, directamente, a echar de la casa al matrimonio anciano para quedarse con ella.
Esta novela de Ángela Ramos (Santa María de Guía, Gran Canaria), dividida en dos partes, está localizada en Canarias en los años noventa, porque Emilio dice que Felipe González va a convocar elecciones y están con el cambio de pesetas a euros. Muestra el conflicto desde la perspectiva de Candela, que, cansada de luchar y de vivir una vida que no ha querido nunca, se refugia en la letra de las coplas y en sus recuerdos. Por su memoria pasa Dora, una de las varias cuidadoras que tuvieron en casa, así como su tía Florentina, con la sorprendente ausencia de sus padres, a los que apenas menciona.
Candela cuenta con el apoyo fiel de Elena, su sobrina, y con la compañía de Irene, una veinteañera que trabaja de cajera en el supermercado que hay al lado de la casa. Precisamente es al padre de Irene a quien Candela piensa venderle la casa, pero los hermanos se interponen y se lo impiden. Emilio tiene muchos hermanos, como una hidra cuyas cabezas se multiplican, aunque no todos son malos ni aprovechados. Es un matrimonio con poco dinero, y su oferta les agrada: les dejará vivir en esa casa hasta que fallezcan si a cambio se la venden a precio reducido.
Mientras tanto, aparece en el barrio Alberto, un hombre que le gustaba a Candela antes de casarse con Emilio, y con el que no se unió por consejo de sus allegados. Alberto es un recuerdo que vuelve y se personaliza para poner su vida más patas arriba de lo que ya estaba. Se casó finalmente con Emilio, con quien jamás ha tenido relaciones. Con Emilio no se ha sentido mujer, y ha vivido amargada. de hecho, padeció durante parte de su vida depresión, y el recuerdo de cómo habría sido su vida de haberse casado con Alberto la asalta con frecuencia.
Candela se queja de que, hasta hace poco, su casa ha estado llena de gente, sobre todo familiares, pero ahora se ha vaciado. O no del todo, porque no paran de entrar, violando la intimidad de su hogar, los hermanos de Emilio en busca de carroña. Ella critica a Emilio y su obstinación; su relación, excepto en algunos momentos de lucidez de aquel, es muy mala e insostenible.
La protagonista maldice la soledad que padece, que siempre parece haber padecido. Siente frustración por haberse casado con Emilio, y más ahora que ella sola debe enfrentarse a sus cuñados y defenderlo a él. Debe soportar los actos irracionales de su marido, que un día tira todas las macetas que él había cultivado y cuidado con cariño durante años. Ve la decrepitud de Emilio, cómo le cuesta caminar, cómo se le olvidan las cosas, y llega a temer que la agreda.
Emilio tiene una visión machista y retrógrada. Podemos pensar que es a causa del alzhéimer o que realmente piensa así. La propia Candela reconoce ser víctima de una época que juzgaba a las mujeres y las culpaba. En el momento de la historia (recordemos: años noventa) se siente en el barrio como en una cárcel, con miedo a las habladurías por lo que pueda hacer.
La protagonista critica la soledad que las personas mayores sufren en la actualidad, en la era del individualismo, a diferencia de antaño, cuando eran arropadas por sus familiares. Plantea, en sus conversaciones con Irene, temas delicados. Por ejemplo, si es mejor vivir con sufrimiento y enfermedad o morir y evitarlo.
Candela tiene un dolor en la cadera que la ataca de repente y que es el reflejo del malestar con su situación. Ese dolor le impide caminar y se agudiza en momentos concretos, igual que ocurre con el conflicto entre ella y sus cuñados por sus bienes: aparecen de forma repentina y le impiden avanzar, como ese dolor de cadera, en la venta de la casa. Además, la casa, que Candela siente fría, sufre un pequeño derrumbe, y empieza a hacerse pedazos, como las vidas de los que allí viven.
Entre la abundancia de personajes femeninos, hay que destacar la relación entre Candela e Irene. Lo que sería una relación de vecinas, que por edad parecieran casi abuela y nieta, se transforma en esta historia en una relación de amistad y consuelo mutuo. Hay un contraste de experiencia entre una y otra. Sin embargo, también hay una similitud que las une: ambas son vírgenes (Candela con sesenta y tantos, Irene con veintitrés), aunque ambas pierden la virginidad durante el transcurso de la historia.
Asimismo, hay un contraste entre el matrimonio tradicional, que Candela y Emilio protagonizan y del que se arrepienten, y las relaciones entendidas a finales del siglo XX y principios del XXI, representado por Irene, la veinteañera que no tiene ni quiere novio porque cuando llega a su casa y ve a sus padres discutiendo se le quitan las ganas de tener ese futuro.
También llama la atención la ayuda que le presta Elena. Si no fuera por ella, Candela se habría hundido y sus cuñados habrían logrado desterrarla de su casa, quién sabe si hacia una residencia o hacia el cementerio. Elena acude rápidamente cuando se inicia el conflicto, cual Ariadna, y le tiende a Candela, convertida en Teseo, un hilo fundamental.
Entre estas páginas se habla del abandono y el maltrato a la vejez, el amor, la soledad, el hastío vital, el deseo, la depresión, el paso del tiempo, la emigración y el sentido de la vida cuando parece que estás en un laberinto sin salida y lleno de monstruos que acechan. También se habla del perdón, la crítica a la religión, la desmitificación del amor romántico y la maternidad, la reivindicación de hacer con el propio cuerpo lo que se quiera, la imposibilidad de volver al pasado para cambiar las cosas, y de aquellas personas que prefieren la mentira, si permite soñar, a la triste verdad. A estas últimas, siendo sinceros, no podemos reprocharles nada.
Así, el existencialismo de la protagonista y de algún otro personaje como Irene conduce al lector a reflexionar. En la última parte de la Casa de Papel, si no recuerdo mal, se dice que madurar es ir descartando sueños. Candela los fue descartando desde que se casó hasta que enfermó Emilio, donde ya no le queda ninguno al que agarrarse y teme caer. Hasta que aparece Alberto. Ahora, con su presencia, Candela también teme caer en los rumores de los vecinos. Tiene miedo de su reencuentro con él, y no sabremos hasta el final si se debe a que es una mujer reprimida o a algún episodio del pasado. Siempre tendrá la espina del «qué hubiera pasado si...».
Candela tiene una visión de la vida muy negativa, como un valle de lágrimas: se viene a la vida a sufrir, no hay escapatoria. También es cierto que lo hace porque, cuando se encuentra indefensa, muchos deciden atacarla. de hecho, dice por lo menos en cinco ocasiones que no se enfrenta con sus cuñados porque no le salen las palabras y no puede.
Como conclusión, quería destacar que la historia es demasiado larga para la acción que tiene, puesto que se pasa la mayor parte de las páginas repitiendo el mismo esquema. Grosso modo: ataque de los cuñados a Candela, reflexión de esta sobre su pasado y su indefensión, defensa de Elena, y vuelta a empezar. El personaje de Irene se pasa más de doscientas cincuenta páginas hablando solo de la enfermedad y posible muerte de su gata o de sus idas y venidas con el veterinario, y llega un punto en que cansa, porque se le pide que tenga algo más de conversación. Sin embargo, el conjunto de la historia es bueno y refleja temas importantísimos. Asimismo, el final es muy inteligente y alejado completamente de arquetipos, por lo que debo alabarlo.
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