Las mil noches de hortensia Romero

En su momento, 1979, “Las mil noches de Hortensia Romero”, de Fernando Quiñones, fue un boom literario. La obra, finalista del Premio Planeta del mismo año, destacó por la originalidad del tema y por su novedosa forma de escritura.

“Las mil noches de Hortensia Romero” surgió de un relato corto, “La Legionaria”, que el autor escribió en 1978. Consistía en un monólogo de una prostituta. El monólogo acabó convirtiéndose en obra teatral, estrenada por primera vez en Cádiz en 1979 e interpretada por un hombre, el actor gaditano Ramón Rivero. Y de la obra teatral surgieron esas mil noches de Hortensia Romero.

La originalidad de la escritura de la novela está en que ésta simula ser una transcripción original de unas cintas de casette en las que se han grabado unas entrevistas que unos estudiantes de sociología hacen a Hortensia Romero.

Hortensia Romero trabajó en la profesión más antigua del mundo. Ella no tiene ningún problema en contarles su vida sin ningún pudor. Les narra las aventuras y desventuras de su vida. Sus experiencias eróticas, y anécdotas cotidianas de aquellos años, plena dictadura, en que Legionaria ejerció en los prostíbulos de Sevilla y Cádiz. Hortensia narra sin tapujos cómo entró en el mundo de la prostitución; la noche previa a su boda, víctima de la lujuria, fue sorprendida en la cama del sobrino legionario de su prometido, de la que tuvo que salir huyendo en pelota. A partir de entonces, Hortensia se convirtió en Legionaria, trabajando en casas de citas de Sevilla y Cádiz, ciudad donde pasará gran parte de su vida.

A lo atractivo de la narración contribuyen la variada galería de personajes secundarios y los diversos relatos intercalados.

La obra es de una lectura agradable, con un ritmo ágil y un lenguaje muy curioso y arriesgado. Quiñones emplea un lenguaje muy popular y coloquial muy propio del habla andaluz y especialmente el habla de Cádiz. Con abundantes repeticiones de frases como realce expresivo, dialectalismo, vulgarismos y metáforas.