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Nunca antes la falta de cultura estuvo tan bien vita y tolerada como en nuestros tiempo, en nuestra postmodernidad. Jamás se confundió la libertad, tan manoseada, con el irredento individualismo del haga usted lo que le dé la gana; nada mas lejos que la libertad auténtica. La subcultura del fake y la instranscendencia del conocimiento permiten a cualquiera hablar con el mismo rigor de pandemias o de virología, que de la liga de fútbol. Lo idiota no es rebelde, al contrario; lo idiota forma parte del sistema, lo refuerza, lo vivifica.
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