Pascal Quignard dice en este libro que las solidaridades misteriosas son aquellas que surgen sin un motivo aparente. Y es que a veces ni nosotros mismos sabemos por qué queremos a quien queremos; al menos no por qué lo hacemos de esa manera y no de otra. No vas a encontrar la solución a ese misterio en este libro. Y no lo vas a hacer porque en él se defiende precisamente eso: el misterio de los afectos. Ha sido un verdadero alivio dejar de buscar explicaciones y centrarse solo en la belleza. Dejar a un lado la razón y defender a muerte el recuerdo, el derecho a aferrarse a él, a vivir por él. A morir con él. Contemplar las olas junto a Claire, ver lo que ella ve, pasear junto a las rocas y pararse en determinados momentos para seguir mirando. Nunca para descansar. El recuerdo no descansa, como tampoco lo hace la belleza. Como jamás descansará la vida. |